«Si vuelvo con mi familia a Bagdad, nos matarán por ser suníes»
El Mundo, , 03-03-2007Cientos de refugiados iraquíes piden asilo político en la embajada española en El Cairo para huir del horror de su país España es la tierra prometida que desencadena sus sueños, anhelos e ilusiones. Pero lo único que Mahmud, que no quiere decir su nombre verdadero, sabe de España es que «es bonita». Él es uno de los cientos de iraquíes que en las últimas semanas han acudido a la embajada española en El Cairo para pedir asilo político. Dice que no quiere volver a Irak, porque le matarían por ser suní.
Hasta el momento, la cancillería española ha recibido más de 300 solicitudes de asilo, que podrían convertirse en muchas más, porque no suelen ser para un solo individuo sino para familias enteras.
«Yo era oficial de policía en Irak», recuerda Mahmud, que ahora no tiene trabajo, mientras muestra fotos de sus cuatro hijos, dos chicas y dos chicos, y de su esposa, que se han venido con él a Egipto.
Explica que cuando vivía en Bagdad trabajaba de policía de ocho de la mañana a cinco de la tarde, y que después se dedicaba a reparar equipos de aire acondicionado para ganar un dinero extra. «Yo podría trabajar en vuestro país haciendo arreglos o instalaciones», se ofrece.
Unos amigos suyos le dijeron que era «fácil» conseguir asilo político en España y por eso se ha animado ha solicitarlo. Un rumor que se ha extendido entre los iraquíes de El Cairo, sin base aparente, aunque si bien España es uno de los pocos países europeos que permiten demandar asilo en sus embajadas sin necesidad de hacerlo dentro de su territorio o frontera. Sin embargo, Mahmud ni siquiera lo sabe.
Por lo pronto, ya se ha topado con el primer obstáculo de su sueño: entender lo que pone en el papel que le han dado en la embajada, porque está en español.
Aún así, no se desanima. «No quiero volver a Irak, nos matarían a mí y a mis hijos por ser suníes», dice el ex oficial de policía, que explica que se sentía amenazado tanto por los chiíes como por los insurgentes de su mismo credo.
Sin embargo, deja claro que todos los iraquíes se han visto afectados por la guerra, independientemente de la rama del islam.
De los soldados estadounidenses no quiere oír hablar. «Matan a niños, a mujeres y a hombres inocentes», denuncia.
Para Mahmud, «Bagdad es uno de los sitios más peligrosos del país», a diferencia de otras zonas del sur «más seguras, porque tienen mayoría chií».
Según el ex policía, que lleva en Egipto desde el pasado 31 de agosto, si no encuentra trabajo antes de un mes, el dinero que trajo de su país se acabará pronto y eso sí que será «un gran problema». De todas formas, cree que ha merecido la pena marcharse: «Ahora mi esposa es feliz porque aquí no hay nada que amenace mi vida».
En situación similar a la de Mahmud y su familia hay muchos compatriotas suyos. Según fuentes del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), en Egipto hay 5.000 iraquíes solicitantes de asilo, mientras que en Siria son cerca de un millón y en Jordania, 750.000.
Precisamente, en la sede de ACNUR en El Cairo está Muhamad Hwayes. También tiene mujer y cuatro hijos. Huyó de Irak hace dos meses, porque lo considera un lugar peligroso y porque su esposa está embarazada de cuatro meses.
Hasta el momento, según ACNUR, los gobiernos árabes están manteniendo una política de puertas abiertas con respecto a los refugiados iraquíes, aunque Jordania ha comenzado a establecer restricciones. En Egipto, se les concede al principio visado de turista por un mes. Pasado ese tiempo, se les renueva el visado cada tres meses.
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