"La Prensa". NICARAGUA: "Nicas en el lomo de “la bestia de hierro”

Ni los peligros, ni los nuevos retenes migratorios en México detienen el éxodo de nicaragüenses en busca del “sueño americano”. Sólo quieren un empleo en EE.UU. para recoger dinero y luego regresar a su país.

Prensa Latinoamericana, 27-02-2007

Juan de Dios García Davish
Corresponsal / Oaxaca, México

Manuel Vacano Mora y Emilio Larguez Ramírez son dos jóvenes nicaragüenses que viajan sobre el lomo de “la bestia de hierro”, el ferrocarril de la empresa Chiapas-Mayab que los lleva hacia la frontera de México con Estados Unidos, es decir hacia “el sueño americano”. Con amabilidad declinan que se les tomen fotos, con el argumento de que no quieren preocupar a su familia.

“Ellos creen que estamos trabajando en Costa Rica. No querían que fuéramos a los Estados, creen que es muy peligroso”, comenta Vacano Mora.

Añade que sólo quieren estar tres años en Estados Unidos. “Allá se gana mejor, sólo queremos trabajar dos o tres años y regresarnos. No vamos a quedarnos, sólo queremos plata, quiero comprar una casita para mi madre y ayudar a mis hermanos”, señala el nica, quien en su país de origen se dedica a la agricultura.

Estos dos jóvenes nicaragüenses pertenecen a un grupo de migrantes compuesto por unas 300 personas, que durante la semana pasada permanecieron escondidas entre matorrales, potreros y barrancas, alimentándose con agua, galletas, tortillas y sardinas. Pero el fin de semana lograron subir al ferrocarril de la empresa Chiapas-Mayab, después de burlar un retén que recién instalaron los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM).

Los migrantes, en su mayoría indígenas guatemaltecos y campesinos hondureños, han soportado los fuertes vientos de 130 kilómetros por hora y el intenso frío en las inmediaciones de la comunidad Las Anonas, perteneciente al municipio de Tapanatepec, Oaxaca, donde también sufrieron el acoso de la policía ministerial.

Pero ni la feroz persecución de los agentes federales y migras, ni las bandas de asaltantes, pandilleros y secuestradores que operan con impunidad desde Arriaga hasta Ixtepec, Oaxaca, han desmoralizado a los cientos de migrantes que día a día avanzan a la frontera de México con Estados Unidos, en su afán por huir del hambre y miseria que flagela al istmo centroamericano.

En este operativo la guatemalteca Yolanda Anita de León Méndez perdió un pie al ser mutilada por el ferrocarril; y su compatriota, Teresa García Piú, resultó con lesiones en el rostro, por lo que convalece en las instalaciones de la Casa del Migrante de Arriaga, Chiapas, México.

Aunque mermados física y mentalmente, los “sin papeles” alcanzaron a llegar a Ixtepec, Oaxaca, donde el sacerdote y coordinador de la Pastoral de la Movilidad Humana de la Diócesis de Tehuantepec, Alejandro Solalinde, los recibió en el interior del improvisado albergue Tepeyac, que construye la Iglesia católica con el apoyo de los centroamericanos.

“Aquí no los molestarán, siéntense, coman y descansen”, les dijo Alejandro Solalinde, el párroco que fue detenido y golpeado por agentes de la policía municipal que, presuntamente, se encuentran coludidos con asaltantes y secuestradores de la región para plagiar y robar a los migrantes en Ixtepec.

“Gracias Padre, gracias Padre, algún día pagaremos lo que hace por nosotros”, dijo una joven guatemalteca identificada como Berta López, quien fue despojada de su dinero por un grupo de soldados en la margen del Río Suchiate, en el sureño Estado de Chiapas, cuando ingresó ilegalmente a territorio mexicano.

López señala que está cansada porque llevan una semana durmiendo en el campo y el viaje ha sido duro. “Ya no traemos fuerzas, vamos a comer y dormirnos, no queremos caer debajo de la bestia de hierro”, dice al tiempo que se quita los zapatos deportivos para lavarse las plantas de los pies que están llenas de ampollas reventadas.

Todo tipo de peligros

El viaje hacia el “sueño americano” lo realizan los migrantes entre la oscuridad, en un ambiente de tensión, incertidumbre y sobre todo de abusos tanto de la policía, coyotes y hasta de delincuentes. Pero además enfrentan el peligro latente de ser cercenados por “la bestia de hierro” cuando pierden equilibrio o por falta de resistencia se sueltan y caen bajo las ruedas del ferrocarril.

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