"La Crónica de Hoy". MÉXICO: "Discrepan SRE y estados sobre cifra de muertos en la frontera; Veracruz y Oaxaca reportan 70 decesos; la cancillería sólo reconoce 36"

Prensa Latinoamericana, 25-02-2007

Por: Mariana Viayra Ramírez

Domingo 25 de Febrero de 2007
Mientras los estados de Veracruz y Oaxaca reportan que en lo que va del año han muerto 70 de sus ciudadanos en la frontera norte y en Estados Unidos buscando el “Sueño Americano”, la cancillería proporciona cifras significativamente menores a las de estos gobiernos estatales al señalar que en enero y febrero han muerto 36 mexicanos en total.

De acuerdo a cifras proporcionadas por los institutos de defensa del migrante de ambos estados, al día fallece en promedio un veracruzano o un oaxaqueño en la línea fronteriza o en territorio estadunidense, la mayoría de ellos por muerte violenta, ya sea en accidentes automovilísticos o balaceados por delincuentes o por agentes de la Border Patrol.

Ante el endurecimiento de las medidas antimigrantes —que obligan a los indocumentados a buscar entradas más peligrosas— la cifra de muertos puede elevarse significativamente al sumar al número de víctimas oaxaqueñas y veracruzanas (70), las cifras de fallecimientos registrados de otras entidades expulsoras de migrantes como Puebla, Michoacán y Zacatecas.

De acuerdo a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), en el 2006 murieron 426 mexicanos en su intento por cruzar a Estados Unidos; 203 perecieron en Arizona, 66 en California, 17 en Nuevo México, 140 en Texas.

Los últimos oaxaqueños fallecidos fueron dos indígenas triquis baleados por un grupo armado en Tucson, Arizona, reveló el Instituto Oaxaqueño de atención a Migrantes.
El pasado ocho de febrero, cuatro sujetos armados con rifles AK-47, vestidos de oscuro y con pasamontañas detuvieron una camioneta en un sendero rural al noroeste de Tucson, donde abrieron fuego contra 18 inmigrantes que iban a bordo del vehículo.

Los indígenas muertos eran originarios de San Andrés Chicahuaxtla y San Isidro de Morelos, dos de los municipios más rezagados del país, donde la mayoría de los habitantes —sobre todo hombres— han emigrado a Estados Unidos en busca del “Sueño Americano”.

De acuerdo al Instituto Oaxaqueño de Atención a Migrantes, de los 30 oaxaqueños fallecidos 23 son hombres y siete mujeres; la mayoría falleció por hipotermia, homicidio o accidente automovilístico.

Ocho son de origen Mixteca, cinco del Istmo de Tehuantepec, cuatro de la Cuenca del Papaloapan, cuatro de la Sierra Sur, tres del Valle Central, tres de Costa y tres de la Sierra Norte del estado.

En tanto, el caso más reciente en Veracruz fue el asesinato de Noé Rojas, muerto a manos de dos policías de San Diego California. El joven de 17 años, originario de la comunidad de Agua Bendita, Huayacocotla, fue abatido por los dos policías locales después de que éste se pasó un alto y desobedeció las órdenes de los oficiales, quienes al ver que huía le dispararon en varias ocasiones.

Manuel Rosete Pozos, director general de Atención a Migrantes del gobierno de Veracruz, dijo en entrevista que México no puede tolerar ni concebir que los abusos contra los inmigrantes queden archivados y en total impunidad.

En 12 años han fallecido al menos 4,045 connacionales

De acuerdo con la SRE, en los últimos doce años han fallecido al menos 4,045 connacionales durante el cruce a lo largo de la frontera entera, la mitad de las muertes en el 2006 fueron a causa de insolación.

La cifra de muertos se ha incrementado año con año. En 1996, murieron 87; en 1997, 149; en 1998, el número llegó a 329; en 1999, aumentó a 358; y para el 2003, se calcularon 436; de los cuales un tercio no fueron identificados.

Los cuerpos de los inmigrantes muertos son repatriados a México, pero muchos no identificados, cerca de mil, han sido enterrados en el traspatio de panteones; en los lugares asignados para los indigentes.

Cerca de 400 de los más de mil migrantes no identificados sucumbieron en el desierto Imperial y están enterrados en el poblado de Holtville, California, bajo tierra rasa y con apenas un ladrillo en el que puede leerse un número y la inscripción “John Doe” o “Jane Doe” (los apelativos para los que mueren “sin nombre”) para indicar las fosas.

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