"Los policías aguantamos de todo, pero en Mauritania recibimos un trato indigno"

El Día, 25-02-2007

Los 34 policías que salieron desde Tenerife hacia Mauritania, el pasado 11 de febrero, para trasladar a los subsaharianos del “Marine I” estuvieron tres días sin poder acceder a un cuarto de baño. Tras despegar hacia Cabo Verde con 35 inmigrantes volvieron con ellos a Mauritania, donde estuvieron “como secuestrados”.

DORY MERINO, Tenerife

Los 34 policías de la UIP que salieron desde Tenerife hacia Mauritania, el pasado 11 de febrero, para participar en el traslado de los inmigrantes del carguero “Marine I” estuvieron tres días sin poder acceder a un cuarto de baño y se vieron en la obligación de realizar sus necesidades fisiológicas en la calle o en el Hércules en el que pasaron casi 72 horas.

Este grupo no disfrutó de lugar de descanso ni de aseo, “pero lo peor es que estuvimos como secuestrados en el Hércules durante 24 horas”, tal y como relató a EL DÍA uno de los policías perjudicados, que pidió guardar su anonimato y aseguró hablar en nombre de los efectivos que salieron desde Tenerife.

Relató que los 34 miembros de la UIP de la Isla, entre los que se encontraba un grupo de Barcelona que prestan sus servicios en los centros de internamiento de Tenerife, despegaron del aeropuerto grancanario de Gando, en el avión del Ejército español, a las 5:00 horas del domingo 11 de febrero, con destino al aeropuerto de Nuadibú (Mauritania), donde aterrizaron a las 9:00 horas del domingo.

“Nada más llegar a Nuadibú nos quitan el pasaporte y nos recibe un mando policial mauritano, junto con un agregado de la Embajada de España que nos da la orden de que no nos peleemos con la Guardia Civil”. Indicó que este recibimiento causó extrañeza a todo el grupo, puesto que cada uno de los cuerpos sabe su cometido.

“Cuando llegamos al muelle donde se encontraba el barco entendimos esa observación, porque allí reinaba el desorden, el caos y la descoordinación. Nuestro grupo pasó a formar parte del centenar de efectivos españoles que ya se encontraban allí. Pasaban las horas sin saber a quién teníamos que trasladar. Nos dieron un bocadillo incomible, con un relleno que desprendía babas y todos lo tiramos directamente a la basura”.

Entre los detalles que explicó figura que durante el tiempo que permanecieron en el muelle no disponían de ningún cuarto de baño.

“Encontramos un edificio cercano que tenía un baño en condiciones pésimas, pero el dueño nos exigía 3 euros a cada uno por utilizarlo y nos vimos en la necesidad de buscar rincones en la calle, igual que los propios inmigrantes que desembarcaban del carguero”.

“La tarea va para largo”

“A las 21:00 horas nos dicen que la tarea va para largo, que no tenemos hotel, pero que podemos ir a cenar al Hogar Canario, en turnos de 20 minutos. Allí comemos con bastante prisa un huevo frito, dos espárragos, media sardina y papas fritas, con una coca cola”, relató y añadió que volvieron al muelle y pasaron la noche tirados en unos cartones en el suelo. “Con el cansancio no nos dimos cuenta de que eran los mismos cartones en los que habían orinado cientos de personas durante el día”.

“A las 5:00 de la mañana del lunes, los 35 policías del grupo de Tenerife nos subimos a una guagua, junto con 35 inmigrantes subsaharianos, con destino al aeropuerto y por fin nos devuelven nuestros pasaportes. El trayecto es corto, pero hasta las 15:00 horas no despegamos en el Hércules rumbo a Cabo Verde. Todas estas horas las pasamos sin agua, sin comida y con mucho calor. Teníamos la esperanza de desembarcar en unas horas, pero, después de tres horas de vuelo, nos deniegan el permiso para aterrizar en ese archipiélago y nos hacen dar la vuelta hacia el punto de partida, donde tampoco nos dejan aterrizar”. El capitán de la nave dio varias vueltas hasta quedarse sin combustible y tuvo que aterrizar.

“Dos compañeros bajaron del aparato y efectivos mauritanos armados rodearon el avión impidiendo nuestra salida y diciendo que por orden del presidente, policía español que baje se queda detenido en el país”.

“Todos tuvimos la sensación de estar secuestrados, por el desorden que reinaba y porque se palpaba el desacuerdo entre los gobiernos. Nadie daba explicaciones y el único que salió en nuestra defensa fue un inspector, de origen canario, encargado del grupo de Barcelona, que solicitó un poco de respeto hacia nuestro trabajo”.

Dijo que la tripulación, los inmigrantes y los policías pasaron tiempo encerrados en el Hércules sin saber qué pasaba y el personal de un avión civil, “que también estaba parado en la pista nos pasó parte de la comida de su catering, que repartimos entre todos”.

“Bien entrada la noche, y sin bajar del avión en ningún momento, despegamos nuevamente hacia Cabo Verde, donde logramos tomar tierra a la 1:00 de la madrugada del martes al miércoles, día 14 de febrero. Allí pudimos darnos la primera ducha a los tres días de haber salido de casa”. Apuntó que los policías se sienten disgustados por los comentarios del delegado del Gobierno en Canarias, José Segura, sobre las quejas de este viaje, “cuando la UIP aguantamos de todo, pero en esta misión recibimos un trato inhumano e indigno”.

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