"Hoy". ECUADOR: "La migración en las noticias"
Prensa Latinoamericana, 19-02-2007Por Susana Klinkicht
Como en todas las temporadas festivas del año, los emigrantes y sobre todo sus remesas desempeñan también en Carnaval un papel decisivo para su disfrute. Ellos son los que envían el dinero para el chancho, los cuyes, el motepata y la chicha o el trago. En el mejor de los casos, aprovechan la temporada fría en el hemisferio norte, cuando baja la demanda de trabajadores, para venir de vacaciones a su tierra, donde el Carnaval despierta casi tanto o más sentido de pertenencia familiar como Navidad, o quizá más.
Sin embargo, su aporte a la economía, a través de las remesas especiales para las grandes fiestas, no constituyen un tema que se registre debidamente. En cambio, sí se suele lamentar de forma reiterada la modificación en las costumbres a través de la influencia “gringa” que traen o imponen desde allá, sin tomar en cuenta que, sin ellos y su plata, estas fiestas estarían cada vez más raquíticas o a punto de desaparecer.
Fernando Checa, en una investigación sobre la migración en la prensa ecuatoriana; indica que la información sobre migración tiene un tono negativo, asociado con el conflicto. En un análisis de tres periódicos ecuatorianos, cuyos nombres no importan, porque los resultados serían similares en todos, establece que un 67% de las informaciones sobre emigrantes está relacionado con la ilegalidad, la violencia, la muerte y los conflictos.
Además, los emigrantes pocas veces son protagonistas de las informaciones, peor comentaristas de su propia realidad. De 441 noticias, en apenas 92 aparecen como fuente y en la mayoría se ven como víctimas de alguna situación (231 notas), solo en 51 casos asumen roles activos contra estas adversidades. A veces (en 77 notas), hablan con su propia voz, pero lo hacen como testigos, no como comentaristas.
Checa anota como especialmente problemático el hecho de que la mayoría de las informaciones de las que disponen los medios de información en nuestro país sobre los conciudadanos que trabajan en otros países, proviene de las agencias de prensa extranjeras, por lo que el sesgo es aún más pronunciado.
Checa invita a los medios a aplicar una mirada positiva sobre el emigrante, para lo que propone incluso cambiar los términos de “inmigrante”, “indocumentado”, “ilegal”, “fugitivo” por los de “ciudadano” o “nuevo ciudadano”, en alusión a su nuevo lugar de residencia.
Sin embargo, más que estos términos, que recuerdan al de “trabajadores huéspedes” de la Europa de los cincuenta y sesenta, parece importante la recomendación relativa a las fuentes, para lograr que los emigrantes hablen con su propia voz y sean ellos mismos los que analicen su realidad y comenten los acontecimientos en los que están involucrados. Es importante que el emigrante proporcione al mismo tiempo información sobre el trasfondo de la noticia. La Internet podría ser un recurso útil para lograrlo. Posiblemente, así nos enteremos cómo la migración se ha convertido en una opción de personas que contribuyen, con su trabajo e impuestos, a elevar y mantener el nivel de vida en ambos países.
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