El humo indica dónde está el fuego

El Periodico, 18-02-2007

Asistí, el pasado lunes, a la conferencia de la profesora Gema Martín Muñoz en Tribuna Barcelona. Me interesaba, pues hace tiempo que sigo con fruto sus colaboraciones en la prensa, siempre sobre el tema en el que es experta: el mundo árabe e islámico. Expuso, con una convicción y una punta de pasión no habituales, algunas ideas básicas que resulta fácil compartir. En primer lugar, que los 15 millones de musulmanes que viven en Europa piden ser aceptados como “musulmanes europeos”, por lo que no pueden ser obligados a renunciar a su identidad desde una pretendida “superioridad moral” de la que Occidente hace alarde. Y, en segundo término, que los europeos, en lugar de dejarse llevar por “el miedo y la sospecha” que hacen de cada musulmán “un posible terrorista” – – con la consecuencia terrible de que “la islamofobia se traduce en discriminación” – – , están obligados a reconocer sin ambages que la política seguida – – desde hace décadas – – por los países occidentales en el mundo árabe (Palestina e Irak incluidos) “constituye el caldo de cultivo perfecto para el odio, la radicalización y el repliegue identitario”.
Sin embargo, eché en falta en sus palabras – – o yo no acerté a oírla – – una referencia igual de clara y contundente al hecho de que la auténtica voluntad de integración por parte de los inmigrantes musulmanes exige también su respeto a aquellas pautas de comportamiento básicas, que son propias de la comunidad donde han escogido vivir y que conforman, por esto mismo, una identidad distinta y tan merecedora de respeto como la suya. Creo, en suma, que en las palabras de Martín Muñoz hubo mucha verdad, pero faltó quizá matiz.
No obstante, no es sobre esto último sobre lo que quisiera llamarles la atención, sino sobre la notable viveza del debate que siguió a la exposición de la conferenciante, inusual – – por su tono un tanto subido – – en las habitualmente tranquilas y remansadas aguas de Tribuna Barcelona. Este hecho constituye una prueba más, pequeña si se quiere pero muy expresiva, de que ahí tenemos todos un problema en ciernes. El humo denota que puede prender el fuego.

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