América Juárez Navarro/Cambio de Michoacán

Un 80 por ciento de las mujeres mexicanas que emigran a Estados Unidos son victimas de violación o bien la cuota de pago obligada para poder pasar al vecino país del norte es a través de «servicios sexuales», para pagar el favor a los traficantes de seres humanos, señaló Lorena Aresti de la Torre, académica e investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana Campus Xochimilco.

En el marco de la Primera Reunión Ejecutiva para Funcionarios Municipales, efectuada ayer, explicó que existen lugares en donde la moneda de cambio es el cuerpo. Ejemplifico con una zona conocida como La Mariposa, en Nogales, Sonora, donde al cruzar se encuentra un sitio lleno de ropa interior, «pantaletas y brasieres, en donde cada mujer deja su cuerpo, que son como trofeos de caza para los traficantes de personas».

Aseveró que a cada mujer de «buen ver» le piden que acceda por las buenas o por las malas a cumplir con su pago para poderlas ingresar a la Unión Americana, por lo que «cada mujer es un trofeo codiciado», expresó.

Aunado a ello, refirió, se encuentra la imposibilidad de denunciar, ya que «si lo haces de un lado eres ilegal y si lo haces del otro no te hacen caso». En cualquiera de las circunstancias, afirmó, las mujeres se encuentran supeditadas a este tipo de violencia ejercida por los hombres.

Pero este maltrato, expresó, no sólo se da en la frontera con el país, también persiste en México. Incluso, aseguró que las violaciones a sus derechos humanos y los abusos de autoridad son aún más palpables en el territorio nacional, en donde antes de llegar al norte del país tienen que pasar por vejaciones y maltratos por parte de nuestros propios connacionales.

Actualmente, señaló, se estima que México está perdiendo el 30 por ciento de la fuerza productiva, y añadió que dentro de esta cifra se habla de la feminización de la migración, en donde más del 40 por ciento de las que salen del país son mujeres.

La característica de estas mujeres migrantes, agregó, es que no necesariamente piensan como antes, ya que las principales motivaciones para emigrar no es para reunirse con el padre, con el hermano o marido, sino porque es una decisión de carácter personal.

Apuntó que generalmente se trata de mujeres solas, madres solteras, viudas, divorciadas, quienes deciden ir solas al vecino país. «Y no van en función de un hombre, sino de que ellas quieren salir».

La investigadora explicó que resulta dramático observar que las mujeres, pese a las adversidades y riesgos que corren al emigrar, deciden irse, ya que algunas de ellas tienen la percepción de que estos mismos peligros los enfrentan en México.

Agregó que las mujeres tienen la apreciación de que en el país nadie las protege y las cuida, situación que contribuye a que emigren, además de que el trabajo de la mujer es muy solicitado en Estados Unidos, otro factor que contribuye a que las mujeres busquen otras opciones de desarrollo personal.

A través de la migración, sostuvo, se crea una categoría de autonomía y de una nueva identidad, como mujer, lo que se ve reflejado en el aumento de su capacidad.

La migración en mujeres indígenas

Agregó que el fenómeno de migración de mujeres indígenas tiene un rasgo peculiar que lo hace distinto al de la mestiza. Explicó que las que deciden emigrar generalmente sólo hablan el idioma inglés y su lengua materna, por lo que el sentido de pertenencia a México no es igual que el de las mujeres mestizas.

Son mujeres, agregó, que su relación más estrecha es con su localidad de la que emigraron, en la cual son partícipes y Estados Unidos, pero México como país no les es muy representativo.

Sostuvo que resulta admirable observar cómo las mujeres indígenas logran superar ese obstáculo no sólo de cruzar al otro lado con una lengua distinta, sino además de caminar todo el territorio nacional sin hablar el español, lo que habla de una gran fuerza.