El pasaje reduce al secuestrador de un avión que aterrizó en Gran Canaria
ABC, 16-02-2007PABLO ALCALÁ/ERENA CALVO
LAS PALMAS.Viajaba en la fila 5 del vuelo doméstico MR465 de Air Mauritania procedente de Nouakchott con destino a Nuadibú; tardó apenas diez minutos desde que el avión despegó del aeropuerto mauritano en sacar las dos pistolas que portaba para exigir a la tripulación del avión que desviase su rumbo a París.
Durante el transcurso de la travesía, el comandante del vuelo trató de convencer al secuestrador, de origen argelino, de que sus intenciones chocaban con la imposibilidad técnica, ya que la aeronave no contaba con suficiente combustible para alcanzar la capital francesa. De sus negociaciones dependió en gran parte la resolución del incidente de forma positiva, explicó ayer en declaraciones a este periódico el delegado del Gobierno en Las Palmas, José Segura.
El hombre, cuyos motivos ulteriores se desconocen aceptó entonces tomar tierra en el aeropuerto de Dajla (Sahara Occidental), la antigua Villa Cisneros española, para repostar y continuar su ruta hacia el destino exigido, pero las autoridades marroquíes, que ocupan la ex colonia desde 1975, les denegaron el permiso de aterrizaje.
Continuaron entonces la travesía prevista en medio de una fortísima tensión que se inició, según relataba a ABC José Manuel, uno de los 71 pasajeros, en su gran mayoría españoles, del vuelo secuestrado, «creyendo que el aparato se iba a caer, y poniéndonos en consecuencia los chalecos y las mascarillas».
No tardaron en conocer que se trataba de un secuestro, cuando el argelino, «que no hablaba ni español ni inglés ni lengua alguna común al pasaje», obligó a todos los pasajeros a ocupar la parte trasera del avión mientras, desde la cabina, apuntaba con una pistola a la cabeza del piloto.
Ante la imposibilidad de volar a París, o de repostar en el Sáhara, el comandante puso rumbo al aeropuerto de Gran Canaria, con el consentimiento del secuestrador, donde un importante despliegue de fuerzas de seguridad compuesto por efectivos de la Policía Nacional, la Guardia Civil y Emergencias, y todos los bomberos disponibles en la zona de Las Palmas, esperaron el aterrizaje del vuelo en la base militar de Gando, próxima al aeropuerto civil. Una vez en tierra, según relató José Segura, el avión fue literalmente rodeado por los efectivos disponibles, mientras en el interior del aparato la tensión seguía aumentando. El último capítulo del incidente se desarrolló en la cabina del piloto, donde una decena de pasajeros se abalanzaban sobre el secuestrador, todavía armado, en un acto que costó contusiones a varios de ellos. Mientras tanto, la tripulación del vuelo, formada por ocho miembros, permitía la entrada de los Cuerpos de Seguridad españoles que se encargaban de la detención del secuestrador.
En tierra, los servicios sanitarios se ocupaban en la pista de los dos heridos, una mujer embarazada víctima de una crisis nerviosa y un hombre de los que protagonizaron la reducción del secuestrados, con varias contusiones leves. Al cierre de esta edición, la Policía interrogaba al secuestrador, del que no han trascendido más datos. Fundamentalmente trataban de aclarar si existían más implicados en el secuestro o se trataba de un acto individual y sus motivos. El ministro de Asuntos Exteriores español informaba a su homólogo mauritano de la detención del secuestrador, mientras el aeropuerto canario retornaba a la normalidad.
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