La voz del liderazgo hispano del Metroplex de Dallas-Fort Worth que, conjuntamente con líderes de otras partes del país, ha sido levantada para exigir una moratoria a las redadas de trabajadores indocumentados debe ser escuchada y atendida.

Se viven tiempos en que las acciones antiinmigrantes oficiales y no oficiales lindan los límites humanitarios; en muchos casos se violan los derechos humanos y las garantías sociales, no es gratuito que algunos líderes recuerdan los acontecimientos de los años 60 en torno al racismo que imperaba entonces pues hoy por hoy, las embestidas que sufren los trabajadores inmigrantes son en muchos casos inspiradas por la xenofobia raíz de actitudes racistas y desde esa perspectiva se puede observar que la oleada contra los trabajadores inmigrantes hispanos surgida a raíz de las políticas del miedo, aplicadas por políticos y líderes de opinión conservadores desde los ataques del 9-11, linda los límites de la razón y de lo legal.

No en balde el reclamo abarca la excesiva situación de que hasta bebés y niños son recluidos en centros de detención, en los cuales tratan a sus padres en lo que pensamos una falacia, la de mantener a las familias unidas de todas maneras como reos pertenecientes a la delincuencia común.

Ciertamente es momento de que las autoridades del país determinen una moratoria a las redadas de los trabajadores indocumentados toda vez que el presidente mismo y el Congreso en su conjunto, se han pronunciado a favor de una reforma migratoria, se precisa y se vuelve urgente que la moratoria a las redadas frene las mismas hasta que sepamos el contenido y la dimensión de la tal reforma.

Esperamos que el llamado no se quede en conferencias de prensa o en una marcha colectiva, en todo caso, además de ello, que se lance una campaña continua hasta obtener una respuesta positiva.