Estupor en La Merced
Diario de Navarra, 15-02-2007POR la mañana, cuando aún no se había producido la detención de J.J.A.P., los vecinos de La Merced estaban convencidos de que el autor del crimen era de fuera del barrio. Esta zona en la que viven en cuatro bloques de cinco alturas unas cien familias, en su mayoría de etnia gitana e inmigrantes, aparecía desierta por la tarde cuando se conoció que el presunto asesino vivía junto a ellos. «La noticia nos ha caído como un jarro de agua fría.
Estamos totalmente consternados porque aquí nunca se habían producido peleas serias. Todo lo más, las discusiones normales entre vecinos», indicaba el presidente de Ker Kalí, Jesús Amador Jiménez.
Nada más conocer la noticia, se puso en contacto con la familia del presunto agresor que vivía desde que nació en La Merced junto a su padre y hermanos. «Están destrozados y no se explican qué se le ha podido pasar por la cabeza. Pero es que al chaval se le veía últimamente desquiciado».
El presidente de la asociación gitana descartó con rotundidad que este crimen pueda traer consecuencias para la familia del detenido. «La única ley que se aplicará aquí será la que ponga la justicia. Él solo debe pagar lo que ha hecho, nadie más».
Deteriorar la imagen
El sentimiento por que el hecho deteriorara más la imagen del barrio planeaba ayer en los residentes de la zona que acudieron a las inmediaciones del domicilio de Luis Alvés y esperaron a que se levantara el cadáver. «Sólo nos faltaba algo así para que se nos vea peor. No sé que va a pasar a este paso, si es que te da miedo que tus hijos salgan a la calle», comentaba una mujer que prefirió no ser identificada, como el resto del vecindario que afirmaba no haber visto ni escuchado nada.
Eso a los periodistas, porque después la Guardia Civil, y gracias al testimonio de algún residente, pudo detener a J.J. A.P.
Por su parte, la alcaldesa de Estella, María José Fernández, se refería, en declaraciones a Europa Press, a un suceso que trastocó a una localidad «pequeña y tranquila de Navarra». «Hechos como éste alteran la normalidad ya que nunca piensas que van a ocurrir aquí. Son cosas por las que una ciudad no debería salir en los medios de comunicación», añadió.
A las cinco y media de la tarde, un autocar traía de regreso a Estella desde Villatuerta a los compañeros de trabajo de Luis Alvés. Caras de tristeza, ojos llorosos y entre sus manos el comunicado de Tasubinsa con el anuncio de que hoy, a las cuatro de la tarde, un autobús les trasladará desde el taller hasta Lodosa para el funeral.
«Estamos hechos polvo», decía Josetxo Galdeano Juanaberría, de 42 años. Álex Etayo Garayo, de 26, definía a Alvés como un gran trabajador mientras que Jesús Mari Imaz Murillo, de 23 años, recordaba como cada día, a la hora del café, el fallecido le regalaba un bollo. «Nos acordaremos mucho de él», dijo.
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