La Arista. Prostitución
«La realidad lo que nos dice es que se trata de un colectivo de mujeres que necesitan más ayuda que reglas, una ayuda que no debe regular una ordenanza, pero debe estar en la conciencia política como objetivo»
Canarias 7, 14-02-2007Manuel Mederos
El de la prostitución es un debate recurrente y tan apasionante como ancestral es su práctica. La alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria ha colado la discusión en el ámbito municipal y está obligando a todos los grupos políticos a pronunciarse sobre unas ordenanzas que nacen de las quejas de algunos vecinos por la práctica callejera de la prostitución. Aunque se trata de comportamientos privados, éstos tienen trascendencia pública, y como tal está obligada la administración a regular algunos aspectos. El problema es cómo hacerlo, y el debate se plantea en el ámbito del derecho a la libertad de ejercer el sexo y prostituirse y la violación de derechos que se produce muy a menudo en esta práctica. Existen dos posiciones básicas: la abolicionista, que penaliza la actividad, como ha ocurrido en Suecia; y la intervencionista, que busca ayudar a la mujer para que se libere de los proxenetas y ejerza con protección. En el primer caso, se ha logrado llevar a las prostitutas a un mundo de mayor clandestinidad; y el segundo caso, la ley catalana, que regula la actividad como un arrendamiento entre las partes y posibilita un mundo de protección a las mujeres, ha sido muy criticado por el propio Instituto de la Mujer.
En ambos casos se penaliza la prostitución callejera, que es, precisamente, lo que busca la alcaldesa y lo que quieren los vecinos. Al margen de esconder la realidad, como apuntan todas las políticas sociales que se ponen en marcha en estos días, en el caso de la prostitución es necesario plantar cara también a la realidad de un colectivo de mujeres jóvenes, sin formación alguna, en su mayoría inmigrantes, explotadas por mafias sin escrúpulos. Hay que tener en cuenta que hoy, en Canarias, es un fenómeno muy ligado a la inmigración. Mujeres que no encuentran el paraíso que venían buscando y entran en el infierno. La realidad lo que nos dice es que se trata de un colectivo de mujeres que necesitan más ayuda que reglas, una ayuda que no debe regular una ordenanza, pero debe estar en la conciencia política como objetivo.
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