Exteriores alega problemas en Conakry para repatriar a los africanos del barco

ABC, 13-02-2007

E. CALVO/C. MORCILLO

LAS PALMAS/MADRID. Ni un centímetro entre cuerpo y cuerpo y seres humanos hacinados incluso en los aseos del carguero, «cinco o seis personas en cada uno». Lo que hace nueve días era un nombre de barco de nadie «Marine I» y más tarde una cifra confusa y una cuestión diplomática – económica, ayer se convirtió en una imagen: la de decenas de rostros abatidos. Era el fin de la travesía del mar y las penurias (dos meses, según algunas fuentes), pero también el último episodio del sueño. A los 372 pasajeros del desvencijado carguero les tocaba bajar a tierra y enfrentarse al fracaso, la repatriación forzosa para casi todos. Para ello aguardaba un «miniejército» de policías y diplomáticos con la misión de buscar orígenes.

Después de los supuestos acuerdos que el Gobierno español había firmado con Mauritania y Guinea Conakry, dinamitados tres veces por imprecisas razones, ayer comenzó el desembarco pasadas las doce de la mañana: lento, calmado y hosco, también cómo no internacional. A falta de identificaciones oficiales, se ha dicho que 305 de los inmigrantes proceden de la conflictiva región india de Cachemira y el resto de Costa de Marfil, Birmania, Sierra Leona, Sri Lanka y Liberia. «Los más hundidos eran los asiáticos», explicaron a ABC fuentes de Médicos del Mundo. «quizá por el tiempo que llevan como parias. La mayoría ha dicho que no quiere ser repatriado».

Diez horas después de empezar la bajada a tierra, el equipo médico asistencial (Cruz Roja española, Media Luna Roja y Médicos del Mundo) ya había asistido a 214 personas, casi todas en buen estado pese a las penosas condiciones en las que han estado confinadas.

«No sabemos cuánto tiempo tardaremos en conseguir bajar a toda la gente, la operación va muy lenta» por lo que tendrá que continuar hoy, explicaron a este periódico portavoces de la Cruz Roja que participan en el dispositivo de emergencia.

Por el momento no hay noticias de casos graves, «nos hemos encontrado con patologías leves, heridas, quemaduras, fiebres, bronquitis…, pero nada preocupante». No se descarta que pueda haber algún caso de malaria, endémica en muchos países africanos y que resurge ante una bajada de defensas, según Médicos del Mundo.

Además, señalan fuentes de Cruz Roja, «estos nueve días son los que han estado mejor atendidos, dentro de lo que cabe, porque al menos han estado bien alimentados y les hemos podido suministrar productos de higiene, ropa y medicamentos». El resto del tiempo, más de dos meses desde que partieron de las costas de Guinea,«sobrevivieron básicamente de lo que pudieron conseguir pescando».

Se han valido de sus propios medios todo este tiempo y ahora que ya cuentan con la «protección» de los Gobiernos – ayer llegaron diplomáticos de los países implicados para participar en las identificaciones con el fin de llevar a cabo las repatriaciones – , a éstos vuelven a complicárseles sus compromisos.

Ayer el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Bernardino León, anunció estas llegadas y advirtió, para evitar que le ocurra como en días pasados, que a la complejidad de todo el acuerdo se ha unido otra dificultad: la situación que vive Guinea Conakry por el nombramiento de un nuevo primer ministro, donde se han producido graves disturbios. Por este motivo, no está claro que los africanos del «Marine» puedan ser repatriados a este país como estaba previsto. Interior ya ha fletado cuatro aviones.

La secretaria general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (Cear), Amaya Valcárcel, aludió ayer a la corresponsabilidad de España en auxiliar al «Marine I» y criticó las ayudas aprobadas el pasado viernes por el Gobierno y que se supondrán a Mauritania una inyección de 655.000 euros para la lucha contra la inmigración ilegal y reforzar la vigilancia de sus costas.

En el caso de Guinea también habrá ayudas económicas aunque aún están sin determinar. Valcárcel se mostró además preocupada por la situación humanitaria de los inmigrantes.

EFE

Inmigrantes amontonados en una de las bodegas del barco

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