Inmigrantes desprotegidos por mar y tierra

El Día, 09-02-2007

HOY SE CUMPLE el quinto día de cautiverio de unos 400 inmigrantes africanos y asiáticos dentro del buque “Marine I”, fondeado cerca de las costas mauritanas, mientras las autoridades españolas tratan de convencer a algún país de la zona de que lo deje atracar en uno de sus puertos. Aunque no les faltan agua y alimentos, la situación de estas personas a bordo de ese viejo cascarón averiado no debe de ser nada cómoda, sobre todo, por las condiciones higiénicas y por la incertidumbre sobre su destino. Estos inmigrantes son rechazados por partida doble: de una lado, en su incierto destino; por otro, prácticamente son expulsados de su país de origen por unas condiciones que les impiden ganarse la vida, con la ironía de que muchos proceden de países ricos en recursos naturales, pero gobernados por corruptos, déspotas o incompetentes, y lo más probable es que las tres cosas al mismo tiempo.

En definitiva, estos 400 inmigrantes son la prueba de un fracaso internacional, el de los países ricos, incapaces de prever soluciones humanitarias ante casos así, donde nadie se responsabiliza de un barco que no puede llegar a ninguna parte. Mientras tanto, la situación se agrava y, como siempre, los más débiles serán los peor parados.

También es posible que paguen otras consecuencias los inmigrantes menores de edad que llegan a Canarias y que quedan temporalmente bajo la tutela de la Administración autonómica, a pesar de que esa función le corresponde, por ley, al Estado. El Gobierno de Madrid y el ministro Caldera, no contentos con el incumplimiento de las continuas promesas de aligerar la presión de los centros de acogida abiertos en las Islas, ahora las excluyen del reparto de fondos para sufragar los gastos que ocasionan estos chicos. Un dinero que, además, se restará a otro fondo destinado a la acogida e integración de inmigrantes adultos que se reparte entre todas las comunidades, con lo cual, a Canarias, encima, le quitan más dinero por esa vía.

Error tras error, la Administración central deja a estas Islas continuamente a merced de la improvisación y se muestra incapaz de sacudir la conciencia de la Unión Europea para que le eche una mano a España ante un problema que le sobrepasa. Por ejemplo, seguro que Francia ya había conseguido a estas alturas que alguna de sus antiguas colonias africanas dejara atracar en uno de sus puertos al barco de los 400 inmigrantes .

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