Crece la tensión por los 'pisos patera' en el barrio de La Salut

Un grupo de vecinos bloquea la entrada de un inmueble a tres inquilinos árabes. La policía aumenta la vigilancia, pero las protestas en la calle continúan

El Periodico, 08-02-2007

DAVID PLACER
BADALONA

El barrio de La Salut, en Badalona, no descansa de la continua tensión entre los vecinos y los inmigrantes sospechosos de vivir en pisos pateras. La calle de Pau Piferrer volvió a ser centro de protestas ayer por la sobreocupación de pisos. Un grupo de vecinos armó una nueva manifestación a la que se sumaron unas 20 personas cuando se percataron de que tres inmigrantes llegaban para vivir en un piso del número 54.
Los vecinos amenazaron con entrar en la vivienda y echar las pertenencias de los recién llegados a la calle si la policía no actuaba. Los Mossos, que se presentaron en el lugar minutos después, interrogaron a los tres ciudadanos, esta vez marroquís, que salían del bloque, los identificaron y les pidieron los números de teléfono.

POLICÍA MEDIADORA A
los pocos minutos, la policía dejó marchar a los tres hombres, señalados por los vecinos como habitantes de un piso sobreocupado. “Ya estamos hartos. Ese piso está lleno de gente y hoy entran tres más con maletas y muebles. No queremos más pisos patera”, dijo Alfonsa Mancha, de 58 años.
La policía explicó a los vecinos que no podían actuar contra los tres hombres. Al salir, uno de ellos explicaba que había alquilado una habitación al arrendatario del piso, un paquistaní. “Acabo de llegar hoy y me encuentro con esta protesta. Yo solo vengo a trabajar. Soy un hombre pobre. No puedo pagar 600 euros por un piso para mí solo. Tengo que compartirlo”, explicó Abdelkrim Hanhiba, quien paga 150 euros por su cama en una habitación que comparte con otro hombre. “Somos cinco en total”, agregó.
Los tres hombres fueron increpados por un grupo de vecinas. “Vosotros sois nuevos y no os vamos a dejar entrar”, dijo una de las presentes. En la acerca contraria, un grupo de inmigrantes observaba sigilosamente las quejas de los vecinos más antiguos. Una de ellas, Manuela García de 65 años, se lamentaba de que fue increpada y mojada por tres mujeres inmigrantes mientras protestaban. “Si no se soluciona, el problema estallará por algún lado”, vaticinó.

AJENOS AL CONFLICTO Estos días los vecinos aseguran que los gitanos rumanos se ven poco por el barrio. Los que recorren sus calles casi siempre se niegan a hablar. Pero Palavinda Kauk, gitana rumana de 30 años, vecina de la calle de Miquel del Prat, accedió a dar su opinión sobre el conflicto. “No tenemos problemas. Todo bien. Los vecinos no se quejan”, dijo Palavinda, que dice vivir solo con su esposo y sus dos hijos.

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