La migración de chiapanecos persiste y es un fenómeno que ya alcanzó incluso a comunidades zapatistas, pues “el hambre no distingue ideologías políticas”, apunta el obispo de San Cristóbal, Felipe Arizmendi Esquivel.

Previo al arranque de la primera reunión de la provincia que aglutina a las tres diócesis de Chiapas en torno al arzobispado que tiene por sede esta ciudad, los obispos titulares se reunirán para, entre otros temas, abordar el asunto de la migración y la forma en que ellos pueden contribuir para ayudar a las familias abandonadas.

El arzobispo de Tuxtla, Rogelio Cabrera López; el de Tapachula, Leopoldo González, y Felipe Arizmendi –así como su obispo auxiliar, Enrique Díaz— entablaron este lunes una reunión de trabajo que concluirá el próximo jueves, en que finalmente se tenga un plan de trabajo.

Tanto Cabrera como Arizmendi pusieron énfasis en el asunto de la migración, y coincidieron en que no sólo es preocupante el incremento del transito de centroamericanos por la entidad, sino el que los propio chiapanecos se sumen a esa “oleada” y dejan todo atrás.

Arizmendi observó que uno de los más graves problemas que a diario atendía, desde hace nueve años, era el de las violaciones a los derechos de los indocumentados centroamericanos.

Sin embargo, desde el 2000 vio la otra cara de la migración, ya no de centroamericanos, sino de miles de chiapanecos que abandonan viviendas, tierras y familias para buscar emplearse al norte de la península de Yucatán, del país y, principalmente, en Estados Unidos.

Incluso las comunidades zapatistas se han sumado a esta oleada de expulsión voluntaria, “pues el hambre es dura y el campo cada día está más deteriorado”.

Muchos de ellos (los zapatistas) no reciben apoyos de programas como “Oportunidades”.

Respecto de la crisis del precio del maíz, sostuvo que “la gente está muy preocupada. Espero no surjan movimientos armados, porque recordemos que en 1994 uno de los catalizadores fue la caída del precio del café. Espero no se den porque la gente ya se dio cuenta que con las armas no se resuelven los problemas”.

Medidas anti-migrantes

Cabrera y Arizmendi fueron interrogados sobre el anteproyecto de las nuevas normas para el funcionamiento de las estaciones migratorias, del Instituto Nacional de Migración (INM), enviado por la Secretaría de Gobernación en noviembre a la Comisión Federal de Mejoras Regulatorias (Cofemer), en que se definen duras medidas contra los migrantes, según algunos organismos civiles.

“Desde hace mucho tiempo se habla que la frontera sur tiene que ser revisada. Lo único que pedimos es que cuando se aplique la ley sea apegado a derecho, que no se pierdan los aspectos humanitarios, el respeto a los derechos humanos”, dijo Cabrera López.

“Ojalá y todo se haga en apego a la ley y no para servir a otro interés. Pues no se justifican los extremos, el militarismo, policías que abusan. En una frontera debe haber orden, disciplina y control”, indicó.

En su oportunidad, Arizmendi apuntó: “Me llamaría la atención que se limitaran estas libertades, es un absurdo pedir que en Estados Unidos traten mejor a los migrantes y nosotros no los tratemos bien, impidiéndoles se les dé una atención integral”, dijo el sucesor del obispo emérito Samuel Ruiz.