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México. CNDH investiga secuestro de migrantes en Nuevo Laredo
Bandas secuestran y extorsionan a centroamericanos.
ND, 07-02-2007Nuevo Laredo, Tamaulipas.-La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), tomó el asunto de los 80 centroamericanos que en los últimos cuatro meses fueron secuestrados en esta frontera por una organización que se presume, se dedica a este ilícito.
La petición fue hecha por los religiosos católicos que dirigen las Casas del Migrante de Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí, Saltillo, Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo, debido al incremento en la cantidad de secuestros de migrantes en su paso por el país.
Tan sólo en la última semana existen datos de al menos 20 centroamericanos que fueron secuestrados y encerrados en casas de seguridad ubicadas al poniente de esta ciudad, de acuerdo al testimonio de dos hondureños que lograron escapar el fin de semana, de sus captores.
Francisco Fellizari, director de la Casa del Migrante de Nuevo Laredo, relató que todos los días llegan a ese albergue centroamericanos aterrados por haber sido privados de su libertad hasta por una semana, y liberados luego de haber pagado sus familiares un rescate.
Además, dijo que integrantes de esas bandas se hacen pasar por migrantes, pero que en realidad se trata de ‘enganchadores’ que buscan a sus víctimas en el interior de la Casa del Migrante, para extorsionarlos.
“Les piden entre 700 y mil dólares por persona. No es sencillo porque dicen que prestan un servicio, pero al final de cuentas dicen: ¡O te ayudo o te ayudo!, y es la forma obligada de decirles que los cruzarán por el río, aunque no lo hagan”, explicó el religioso.
De acuerdo al sacerdote, quienes operan de esa forma pueden pertenecer a organizaciones criminales dedicadas al secuestro de centroamericanos, pero reconoció que el asunto es tan peligroso, que las autoridades no lo han querido frentar.
Ante la magnitud del problema, los obispos fronterizos de México y de Estados Unidos, durante una reunión reciente, acordaron elaborar un cuadernillo o ‘Guía del Migrante’, cuya intención será la de alertar a los migrantes sobre los riesgos que existen en la ruta que va de Chiapas a Nuevo Laredo y las demás fronteras del norte del país.
Para Fellizari es necesario que el INM actúe con la creación del grupo ‘Beta’, el que de manera inexplicable sólo existe en Reynosa y Matamoros, cuando esta es la frontera más importante del país.
De los casos, dice el sacerdote que un Centro de Atención al Migrante, en Guanajuato, tiene referencias de más casos de secuestrados en su camino hacia esta frontera, los que ya tiene en sus manos la CNDH.
Durante enero, la Casa del Migrante atendió a 760 personas , entre centroamericanos y mexicanos, y se trata de una cifra mayor a la obtenida el año pasado, según explicó el sacerdote.
La odisea de llegar a la frontera
Víctor Iván y Santiago, dos mulatos hondureños de 17 años, luego de casi 15 días de travesía directa desde la costa norte de Honduras hasta este municipio, fueron bajados con violencia del tren de carga en que viajaban, por un grupo armado que los secuestró por 24 horas, cerca de un lugar conocido como ‘Los Dos Puentes’.
Aunque ambos se conocieron aquí en una casa de seguridad que dijeron se ubica al parecer en la colonia Santiago M. Belden, al poniente de la ciudad, salieron desde el 16 de enero de El Trujillo Colón y La Ceiba, expulsados por la pobreza y la ilusión de llegar hasta Nueva York para trabajar junto a los miles de centroamericanos que laboran allí como indocumentados.
Desde Chiapas hasta esta ciudad no hubo contratiempos, salvo el asalto que sufrió Santiago en Guatemala, cuando policías de ese país le quitaron 300 Quetzales (30 dólares), como cuota para cruzar a México como indocumentado, por el río Suchiate.
A Víctor Iván, le fue mejor, pero en Tenosique, Tabasco, dice que agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), detuvieron a un hombre y una joven mujer que viajaban a su lado en el tren.
“Desde entonces no aparecen ni en Honduras ni aquí (Nuevo Laredo), yo creo que a ella la están prostituyendo porque es muy bonita”, dijo.
Relató que después de la detención de sus amigos, unos policías de Tenosique corretearon al grupo con el que andaba, pero haberse metido debajo de un auto le salvó tal vez la vida, ya que el resto del grupo fue detenido y golpeado por los policías, y de ellos tampoco se sabe nada.
II.- El secuestro
De acuerdo a la narrativa de los hondureños, ambos llegaron a esta ciudad el jueves 1 de febrero, a bordo de un tren carguero en el que iban al menos otros 25 centroamericanos. Era aproximadamente la una de la tarde, cuando al bajar la velocidad el convoy, cerca de ‘Los Dos Puentes’, de varias camionetas bajaron unos sujetos armados para subir al tren.
“Eran como seis camionetas que estaban estacionadas como esperando el tren. Bajaron varias personas con rifles, pero cuatro estaban vestidas de negro y son las que subieron al tren para bajarnos a punta de pistola”, explicó Santiago.
Mencionó que eran 15 centroamericanos los que fueron bajados a golpes, amenazas y a punta de pistola. A unos los subieron en dos camionetas cerradas tipo ‘Van’, pero a él lo metieron a un auto y lo tiraron al suelo mientras uno de los sujetos le ponía una pistola en su cabeza.
Dijo Santiago que ese día ( jueves 1 de febrero), lo llevaron a una casa de seguridad en donde había más personas, algunas atadas, pero que a él lo mantuvieron libre de las manos, ya que en ese momento interrogaban a los otros plagiados.
Luego de varias horas encerrado en una casa, lo sacaron de ese lugar para trasladarlo a otra casa, pero siempre tirado en el piso del auto, hasta que llegó al otro domicilio junto con las otras 14 personas, en donde había más personas atadas de las manos, refiere.
“Eran doce personas, pero cuatro estaban vestidas de negro y andaban armadas. Iban en cuatro camionetas Pick Up, como de la policía, y en un camioncito café”, relató aún con el temor reflejado en su rostro.
En esa presunta casa de seguridad de la colonia Santiago M. Belden, dos bravos perros guardianes eran los encargados de evitar cualquier intento de fuga, pero la suerte estuvo de nueva cuenta del lado de Santiago, ya que en un descuido escapó de la casa junto con tres personas, hasta que llegó con señas, al centro de la ciudad.
De la casa donde estuvo plagiado, refiere que es como cualquiera. Tiene una puerta de madera y al fondo dos cuartos que sirven como dormitorio para los secuestrados, ya que está llena de colchones.
“Corrí sin parar hasta que llegué a donde había muchas casas, porque si me agarran seguro me matan”, narró con extrema claridad, ya que dice que a uno que escapó antes que él, lo atraparon y casi lo matan a golpes.
Por su parte, Víctor Iván explicó que a el lo mantuvieron encerrado un día en una casa de madera, en esa misma colonia, y que al resto del grupo con el que viajaba en el tren, los interrogaron para saber si tenían familia en sus países de origen.
La ‘Mara Salvatrucha’
“Yo les dije que no tenía familia, pero me di cuenta que adentro había dos personas atadas de las manos con lazos, y muy golpeadas”, explica.
—¡Llámale a tu familia para que te envíen dinero, si es que quieres salir libre, si no te matamos!, era la orden que de acuerdo a Víctor Iván, le decían a cada uno de los secuestrados.
Uno de los guardias que se descuidó, lo que provocó la fuga del hondureño, pertenecía a la banda ‘Mara Salvatrucha’, ya que de acuerdo a su versión, tenía los tatuajes que identifican a los integrantes de ese grupo criminal.
“Estoy seguro que uno de ellos es marero, como de 22 años, ya que le vi los tatuajes en el cuerpo, y era el vigilante”, aseguró.
Su versión es válida, ya que de acuerdo al Instituto Nacional de Migración (INM); el año pasado fueron asegurados al menos doce integrantes de esa banda, tres de los cuales eran mexicanos que operaban aquí.
Para Víctor la suerte siempre estuvo de su lado, cosa que no ocurrió con el resto de sus acompañantes centroamericanos, quienes es posible que aún se encuentren en esos domicilios o casas de seguridad.
“Pero así es la vida para nosotros. Todos los días nos amenazan, nos golpean y hasta nos secuestran, pero aún así no regresaremos a Honduras porque allí la vida es muy pesada. Se muere uno de hambre y no hay trabajo”, relata con resignación.
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