Pisos patera

La Vanguardia, 07-02-2007

LOS pisos patera plantean un doble problema. En algunos, el comportamiento incívico, ruidoso y antihigiénico de sus ocupantes se convierte en insostenible para el resto de habitantes del inmueble afectado. Este es un problema educativo y cultural – no exclusivo únicamente de los pisos patera- que requiere una adecuada respuesta legal, judicial y policial. Ante la ausencia de éstas existe el riesgo de que los vecinos se tomen la justicia por su mano, y opten por expulsar a la fuerza a quienes les impidan una convivencia normal y civilizada, como anteayer sucedió en Badalona. Hay que exigir, para evitar estos casos, que las autoridades sean sensibles a estos problemas y actúen con inmediatez y eficacia.

El segundo problema, que es resolver la sobreocupación de pisos por inmigrantes, es una cuestión que va ligada al problema del elevado precio de la vivienda, tanto de compra como de alquiler, que la convierte en totalmente inaccesible para ellos. Sólo a través de compartir pisos con otros pueden sobrevivir y salir adelante entre nosotros, ya que sus sueldos no dan para más. En cierta manera esos pisos equivalen a las chabolas de la época del desarrollismo español. Salvo en los casos de ocupación ilegal, la solución no está tanto en eliminar los pisos patera por la fuerza de la ley, sino en establecer condiciones que regulen su funcionamiento y abitabilidad, quizás al estilo de las viejas pensiones caseras, de forma que los inmigrantes puedan vivir y ganar tiempo para lograr una mínima acumulación de capital que les permita independizarse algún día. Aunque no es la solución ideal, más vale afrontar este problema con realismo que permitir que haya millares de pisos patera sin ningún control, y sin las mínimas condiciones de habitabilidad y salubridad, que perjudican la convivencia en las comunidades de vecinos.

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