La Otra Orilla. Una mala noticia

«Los mensajes apocalípticos de Rivero han sido asumidos por la población, a la que tiene envalentonada echando a los inmigrantes la culpa de las colas en el pan, la guagua y centros de salud»

Canarias 7, 06-02-2007

Juan Manuel Pardellas
La proclamación de Paulino Rivero como candidato a la Presidencia del Gobierno de Canarias es la peor noticia que le podía caer al fenómeno de la inmigración, tanto la latina como (o mejor) especialmente, para la africana. De su boca han salido algunas de las más desafortunadas frases de toda la historia de este fenómeno, que, a veces, han pasado desapercibidas para los medios por el folklorismo de Domingo González Arroyo o por las acciones y declaraciones lamentables del alcalde de LasPalmas, luego presidente del Cabildo, simultáneamente presidente del PP y ahora doble candidato al Cabildo y al Gobierno. Sin embargo, los mensajes apocalípticos de Rivero sí han sido escuchados y asumidos como verdades incontestables por un amplio espectro de la población de las islas, a la que tiene envalentonada echando a los inmigrantes las colas en la guagua, taxi, centros de salud y hasta en las autopistas. Aunque lo nieguen una y otra vez, sus continuos excesos verbales y los de otros que dicen defender Canarias están en el origen de algunas situaciones explosivas que la Delegación del Gobierno sigue considerando casos puntuales, cuando ya hay más puntos que en una partitura. Sin ir más lejos, este mismo sábado, Rivero encardinó el fenómeno de la inmigración con el de la seguridad, el narcotráfico y la sobrepoblación, un cóctel que él sabe que es una gran mentira creada para asustar a la población, aunque debe dar unos tremendos resultados electorales, habida cuenta de la cantidad de veces que lo repiten él y buena parte de la clase política gobernante y opositora. Puede que Coalición Canaria no tuviera a nadie mejor que Paulino Rivero para plantarle cara a los candidatos socialista y conservador. Pero las urnas de Canarias no se pueden llenar en favor de aspirantes que suelten más barbaridades vinculadas a la inmigración. Todo lo contrario: serenidad, juicio, estudio, sentido común, seriedad y reuniones con los propios africanos y latinos que viven entre nosotros, a los que, mientras insultamos, contratamos de tapadillo para que cuiden de nuestros abuelos.
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