Para Juan Antonio Segura, director del Consorcio de Entidades para la Acción Social de Migrantes (Cepaim) y miembro del Foro Nacional de la Inmigración, «se le está dando demasiado eco a los acontecimientos de Alcorcón. Y eso sólo alimenta las ganas de unos cuantos chicos de llamar la atención. Son como los niños que se portan mal porque quieren llamar la atención. Lo importante es averiguar por qué tienen esa necesidad de figurar y atajar el problema».

Segura, experto en modelos de integración cultural, advierte de que los jóvenes de origen suramericano que se suman a bandas violentas son «pasto de la segregación. Se sienten desconcertados porque su doble identidad: han nacido o se han criado en España pero son tratados como extranjeros, como diferentes». Esta sensación de desarraigo es un caldo de cultivo para que cuajen la idea de pertenecer a un grupo fuerte, a la nación de los Latins Kings, los Ñetas o los Rapper Boys.

Pero Segura defiende que aún es una tendencia incipiente y que se puede actuar. «Estamos aún a tiempo de evitar conflictos tan graves como los que sucedieron en Francia; víctima de su modelo de la asimilación y la exclusión».

El director de Cepaim apuesta por intervenir en las familias de estos chicos, por procurarles un asociacionismo sano y por acercarse a sus querencias con mediadores sociales.