"La inmigración clandestina pone en peligro la construcción de Senegal"

La presidenta de la Asociación de Madres y Viudas de víctimas de los cayucos, Yaye Bayem, se ha desplazado desde Senegal hasta España con la ayuda de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado para sensibilizar a la sociedad sobre la emigración clandestina en África.

El Día, 02-02-2007

La muerte de su hijo en un cayuco hace un año arrasó la vida de Yaye Bayem y la de toda su amplia familia en Senegal, pero ella no se conformó con llorar y organizó una red de ayuda entre las víctimas de la inmigración clandestina, un fenómeno que, advierte, pone en peligro la propia construcción de su país.

Envuelta en un abrigo grueso sobre sus ropas africanas para soportar el frío de Madrid, Yaye Bayem respondía ayer a las preguntas de los periodistas en la sede de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), el organismo que le ha invitado a pasar un mes en España para sensibilizar a la sociedad sobre la emigración clandestina en África.

Durante su estancia tiene previsto un encuentro el día 7 con la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, a quien trasladará sus peticiones de ayuda para la Asociación de Madres y Viudas de víctimas de los cayucos, que fundó la propia Yaye Bayem. En su agenda está previsto que el día 13 llegue a Tenerife y también se desplazará hasta Extremadura y Castilla-La Mancha.

Tanto a la vicepresidenta del Gobierno como a las autoridades de las comunidades autónomas que visitará, Yaye Bayem pedirá ayudas para modernizar las artes de pesca de los pescadores de su localidad, Thiaroye sur Mer, a unos 12 kilómetros de Dakar; material para la conservación de productos pesqueros; un molino para cereales, otro para harina de pescado, medios para hacer zumos de frutas y tintes.

También necesitan una sede para la Asociación, un orfelinato para niños cuyos padres han muerto en los cayucos, un sistema de ayudas a las víctimas, un fondo de microcréditos y medios para una campaña de sensibilización con el objeto de llegar a otras zonas de Senegal.

“Son muchas cosas”, reconoce Yaye, pero subraya que después de que muchos hijos senegaleses han muerto para poder dar de comer a sus familias, ahora son ellas, las mujeres, las que deben trabajar.

Y para esta tarea cuentan con armas de las que carecen los hombres de su país: “las mujeres sabemos organizarnos. Los hombres senegaleses no son capaces y además no les interesa”, dice.

A su juicio, Senegal es un país en construcción “que debe ser construido por y para los jóvenes. Si ellos parten, el país no será construido y nosotras y los niños seremos las víctimas”, alerta Yaye.

La Asociación de Madres y Viudas, integrada por 375 mujeres, fue creada por Yeye poco después de la muerte de su único hijo, Alioune, que además era el único sustento económico de la familia (de más de 50 miembros).

Alioune pescaba y las mujeres de la familia vendían el pescado para después repartirse el dinero, como manda la tradición senegalesa, señala Yaye.

Recursos que escasean

Sin embargo, desde hace unos diez años, los recursos pesqueros escasean y la falta de dinero hace difícil la renovación de las artes de pesca. La penuria empujó a Alioune y a otros 80 pescadores de su pueblo a embarcarse en dos cayucos rumbo a España pero su cayuco se hundió a pocos kilómetros de Canarias.

Tras la tragedia Yaye decidió organizar a las mujeres de su familia, que ponen 1.000 cfc (poco más de un euro) al mes y con ese dinero han podido comprar pescado a pescadores ajenos al clan, para después transformarlo en harina u otros productos y venderlo.

Este fue el germen de la Asociación de Madres y Viudas de las víctimas de cayucos que elaboran couscous, zumos de fruta, pan, o tiñen tejidos para venderlos a los turistas. Con el dinero que obtienen generan microcréditos para emplearlos en otras necesidades.

“Muchas de esas mujeres ni siquiera pueden acercarse al mar porque afirman que escuchan las voces de sus hijos pidiéndoles ayuda para que los saquen del agua. Pero yo les convencí de que no se podía estar siempre llorando porque así solo se consigue ser todavía más pobres”, explica Yaye.

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