«Mi ángel de la guarda se llama Paco y es murciano»
El tesorero de la ONG Rasinet cede un solar y pide un crédito para construir apartamentos para alquilarlos a inmigrantes a precios asequibles
La Verdad, 01-02-2007Para ser solidario no hace falta tener la cuenta bancaria de Bill Gates. Basta con querer. Y Francisco Ruiz, un modesto murciano que tuvo que emigrar a Lyon (Francia) durante 5 años para poder ganarse la vida en la década de los sesenta, ha puesto parte de su patrimonio al servicio de los extranjeros que ahora vienen a su tierra con el mismo objetivo: trabajar para vivir.
Harto de oír a los inmigrantes quejarse de que no conseguían un techo, unas veces porque el precio del alquiler es elevado y otras por el rechazo a los extranjeros, echó mano de sus bienes. «Pedí un crédito al banco para construir un edificio de 10 viviendas y cedí un solar que tenía en la pedanía de Zarandona. Y hoy se ha cumplido este sueño», relataba ayer orgulloso este tesorero de la ONG Rasinet al que sus inquilinos llaman «nuestro ángel de la guarda».
Mientras el cura José Tornel bendecía el edificio, Ruiz aseguraba que en Rasinet hay una lista de espera de cien inmigrantes que buscan algo igual: un apartamento de 47 metros cuadrados, de nueva construcción y totalmente amueblado por sólo 220 euros mensuales. «En el mercado esto costaría unos 500 euros, pero a mí con ir pagando el crédito me vale. La gente está obsesionada con llenarse el bolsillo y no se piensa en los seres humanos», defiende Paco.
Roxana y Dina María le miran con auténtica devoción. La primera es rumana y la segunda, colombiana, y ambas son afortunadas inquilinas de la nueva comunidad, sita en la calle Martínez Bravo de Zarandona. «Llegué hace 7 años, y he ido escalando hasta conseguir papeles y mejores trabajos, pero el asunto del piso siempre fue harto difícil», cuenta Dina. «Ves malas caras, desconfianza, pero es normal. Los dueños de las casas tienen miedo porque somos de fuera y piden alquileres imposibles».
¿Solución? «Compartir piso con un montón de gente – explica Katty, otra inquilina procedente de Rumanía. Es la primera vez que estoy sola con mi marido, Christian, desde que llegué a España hace 4 años. En una casa pequeña de Murcia estuvimos hasta 7 personas».
En su estantería ha colocado la foto de su marido. Al lado, un callejero de Murcia y un diccionario castellano – rumano. Son sus cosas y «todo gracias a Paco», dice Dina con una sonrisa. Las tres arrancan en un aplauso. Paco se sonroja y balbucea: «Os lo merecéis».
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