PARÍS. DV. Las denuncias en cadena de espionaje policial acosan a Nicolas Sarkozy. Ahora no sólo se sospecha que el candidato conservador a la presidencia de Francia aprovechó su condición de ministro del Interior para investigar a Ségolène Royal, su competidora socialista, entorno y patrimonio incluidos. También se acusa a los servicios de información a sus órdenes de haber fichado al vecindario, en gran parte inmigrante, de su cuartel general electoral en uno de los barrios más populosos de París.

Desde comienzos de año los vecinos del centro de operaciones de Sarkozy han recibido la visita o la llamada telefónica de policías que les han reclamado todos sus datos, sugerido que no reciban a paparazzis y alertado sobre peligros terroristas o francotiradores por los tejados. «Es intolerable. Tenemos la impresión de estar en la Ciudad Prohibida, pero sobre todo bajo el control de un Gran Hermano que se llama Nicolas Sarkozy», se queja una vecina en la revista filosocialista Le Nouvel Observateur.

Por la mañana, el ministro – candidato había tildado de mentira y calumnia la información, publicada por el semanario Le Canard Enchaîné, relativa a una investigación policial del patrimonio inmobiliario de la pareja formada por Royal y François Hollande, primer secretario del Partido Socialista (PS). Según la revista, las pesquisas de los servicios de información sirvieron de base de una campaña difamatoria orquestada por Internet que culminó con el envío masivo de correos electrónicos a las redacciones de los medios de comunicación.

A su desmentido formal, Sarkozy añadió la advertencia de que no piensa dejar el Gobierno en los próximos días aunque precisó que no será ministro cuando arranque la campaña oficial, el próximo 9 de abril. «No tengo la intención de abandonar mis responsabilidades porque el PS se pone nervioso pues los sondeos de su candidata no son buenos», declaró en alusión a las más recientes encuestas, que le dan ganador con el 52% o 54% de los votos.

El diputado Patrick Devedjian, uno de los estrategas de la campaña conservadora, señaló que una salida precipitada de Sarkozy de Interior sería «peligrosa» habida cuenta de las amenazas terroristas y el período de adaptación que necesitaría su sucesor. Pero la presión por las sospechas de utilización partidista de los servicios secretos cada vez es mayor y las exigencias de dimisión ya llegan hasta las filas centristas.