MURCIA / Cinco años sin su hijo

Un padre nigeriano reclama la custodia de su pequeño, que está a punto de ser dado en adopción a una pareja murciana

La Verdad, 31-01-2007

Kelly Agbons lleva cinco largos años sin ver a su hijo. Ni siquiera sabe dónde vive, ni qué aspecto tiene ahora. «¿Por qué me hacen esto, si yo le quiero?», se pregunta. La última vez que lo vio era sólo un bebé. Tenía apenas 18 meses y vivía con su madre, Omosefe, a quien la pobreza y la falta de papeles empujaron a ejercer la prostitución en los alrededores del Eroski, en Murcia. Kelly y ella – los dos nigerianos – habían tenido al pequeño en Marruecos, antes de llegar a España. Aquí, sus caminos se separaron. Ella se quedó en la Región. Él marchó a Barcelona, donde le salió un trabajo. Allí se enteró, poco después, de que la madre había sido expulsada y el niño se había quedado en suelo murciano. Las razones de la separación de madre e hijo son confusas. Los actuales abogados de Kelly aseguran que la Policía la mandó de vuelta a su país sin atender a la reclamación judicial que alertaba de la existencia del menor. La administración defendió en aquel momento que ella nunca avisó.

Sea como fuere, lo cierto es que el pequeño se quedó en Murcia, y el Servicio del Menor de la Comunidad Autónoma se hizo cargo de él y lo entregó a una pareja murciana en régimen de preadopción. Han pasado cinco años de aquello, y Kelly asegura que lleva todo ese tiempo luchando porque le devuelvan la custodia. «Si es mi hijo, ¿por qué no dejan que viva conmigo?», se lamenta.

Cuando expulsaron a Omosefe, ningún papel demostraba la paternidad de Kelly. El Servicio del Menor asegura que se despreocupó de su hijo, cosa que niega su abogado, Pablo Ruiz Palacios. «Él siempre dijo que era el padre, pero no podía demostrarlo. Ni siquiera tenía dinero para hacerse las pruebas de paternidad, y la administración debería haberlas pagado». En 2004, Kelly interpuso una demanda de paternidad. Las pruebas confirmaron lo que ya venía defendiendo desde hacía tiempo. Él era, sin ninguna duda, el padre biológico.

Apuros económicos

El joven nigeriano pasaba en esa época por serios apuros económicos, pero ahora asegura que esas estrecheces están superadas. «Trabajo como agente de seguros, tengo permiso de residencia y un piso; puedo darle una educación y una vida digna a mi hijo», dice con orgullo.

Con la prueba de paternidad bajo el brazo, Kelly y su abogado pusieron una demanda contra el expediente de adopción, que ya estaba en marcha. El juzgado de primera instancia desestimó el año pasado los argumentos del padre biológico. Kelly ha recurrido la sentencia ante la Audiencia Provincial, que debe ahora decidir cuál será el futuro del menor. Si ratifica lo dicho por el juez, la pareja que actualmente tiene al niño en régimen de preacogida obtendrá la custodia definitiva.

Sin embargo, Kelly no se da por vencido. «Me siento discriminado. No encuentro otra explicación a todo lo que está pasando, porque yo ya he demostrado que puedo cuidar de mi hijo, y nadie tiene derecho a quitármelo». De la madre, poco se sabe. «Está en Italia, muy enferma y muy triste. ¿Cómo pudieron quitarle a su hijo?», exclama. «Dicen que yo no cuidaba del niño, y eso no es verdad. Me fui a Barcelona porque me salió allí un trabajo, pero iba a verle a Murcia cuando podía, y le mandaba dinero a su madre».

El caso tuvo una gran repercusión mediática en el 2001, cuando se conoció que Omosefe había sido expulsada y separada de su hijo. No fue el único caso. En el mismo avión que llevaba a la madre de vuelta a su país, viajaba otra mujer nigeriana, Patience Uwaijo, que fue expulsada en las mismas circunstancias.

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