Por un puñado de peces

Un barco de limpieza encuentra flotando en el puerto el cadáver de un hombre ghanés con un golpe en la cabeza

La Verdad, 30-01-2007

Papi llevaba cinco días desaparecido. Ayer, sobre la una de la tarde, se acabó el misterio: su cadáver apareció flotando en el muelle de Santiago, en Santa Lucía. Los operarios de un barco de limpieza lo recogieron de las frías aguas, nada más ser avistado por la tripulación de un pesquero.

Papi era un inmigrante de Ghana y había pasado los últimos cuatro años, de los 41 que tenía, ayudando a las tripulaciones de los barcos pesqueros de Santa Lucía. Por eso era muy conocido entre los marineros, a los que a veces echaba una mano a recoger sus enseres o en cualquier tarea con la que pudiera ganar unos cuantos euros. Incluso, algunos patrones le pagaban con peces que él vendía para comer.

De ahí, que los marineros que ayer no se hicieron a la mar se arremolinaran en la dársena de Talleres para ver sacar el cadáver del africano con mucha curiosidad y pena, pero sin ninguna sorpresa. Quienes le conocían aseguraban que el ghanés acostumbraba a ir por los muelles después de beber grandes cantidades de alcohol. Algunos sabían que su futuro no podía ser bueno. Los propios pescadores a los que ayudaba fueron los encargados de identificar su cuerpo. Era Papi.

Posible accidente

Los allegados de la víctima, que no sabían nada de él desde el jueves, explicaron a la Guardia Civil que en ocasiones le habían visto saltando entre los barcos a altas horas de la madrugada y borracho. Estaba acostumbrado a tentar a la suerte, porque durante algún tiempo vivió en una embarcación del puerto con otros inmigrantes africanos. Ahora, nadie sabía con certeza dónde vivía. Quizás en el casco antiguo.

La hipótesis más sólida de lo que pudo pasar horas antes de encontrar su cuerpo, que tenía un fuerte golpe en la cabeza, es que Papi habría caído al mar de forma accidental. Bien al caer, bien cuando su cuerpo inerte había quedado a merced del oleaje, Papi impactó contra el cantil del muelle de Santa Lucía. La autopsia determinará si murió ahogado, como creían a primera vista los guardias civiles, o por el golpe en la cabeza cuando se precipitaba al mar.

Antes de introducir el cadáver en un aséptico furgón mortuorio, los empleados judiciales sacaron del bolsillo trasero de su pantalón todos los documentos que le habían permitido subsistir en el primer mundo sólo con una pizca de suerte y un puñado de peces.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)