Una vida mejor para Elisa
Diario de noticias de Alava, 30-01-2007Una vida mejor para Elisa
Erahela sostiene a su nieta, de apenas un mes, en el interior de la caravana donde vive.
apenas tiene nada para comer o para abrigarse, pero Erahela Stefan no se olvida que antes de ser pobre es persona. No deja de ser hospitalaria y agradable con la gente que la visita. Esta rumana de 35 años decidida y risueña, aunque parezca algo contradictorio, tira con fuerza de una familia de cuatro miembros a los que se incorporó hace menos de un mes la pequeña Elisa.
El intenso frío y la nevada que caía la semana pasada sobre la capital gasteiztarra se puede soportar mejor con un café caliente o tranquilamente en casa con la calefacción puesta. Sin embargo, imagínese que vive en una parcela un tanto inhóspita. En una pequeña caravana, donde por muchos plásticos, cartones o láminas que se pongan, el frío hace de las suyas por la noche.
Erahela nos invita a entrar en lo que es su hogar en Vitoria y nos cuenta que decidieron emigrar de su país, Rumania, debido a que allí no había condiciones para vivir. “Para tener una vida mejor, tenías que marcharte fuera, pero aquí estamos peor”, explica, al tiempo que reconoce que, en ocasiones, se arrepiente de esa decisión.
La determinación que tuvo hace cinco meses para abandonar su país llevó a esta mujer, a su marido y a su hija de 17 años y embarazada a hipotecar lo poco que tenían para acabar en este solar a las afueras de la capital alavesa. Sus vecinos, aquí en Agirrelanda, son otras cinco familias que malviven como pueden en idénticas condiciones.
Además de los remolques, una asociación ha acomodado, en la medida de lo posible, esta zona con varias barracas. Éstas hacen las veces de cocina, baños, duchas – donde apenas llega el agua caliente – y escuela para los seis niños que corretean por aquí totalmente ajenos a lo que les rodea o a los sueños de futuro que tienen sus padres para ellos.
Una profesora acude hasta este campamento todos los días para dar unas cuantas clases a los más pequeños y enseñarles castellano.
“Tengo que cuidar de toda la familia”, asegura Erahela. Su marido está enfermo, no encuentra trabajo y tiene una depresión. Su hija, la madre de la pequeña, ni siquiera es mayor de edad. Mientras su madre se encarga del bebé, su hija se encuentra en Madrid en busca de un visado que les permita regresar a Rumania.
Al ser menor de edad, necesita el consentimiento de sus progenitores. “¿Cómo voy a ir con esta niña y con el frío que hace a Madrid?”, se pregunta Erahela, quien asegura no haber recibido ningún tipo de ayuda para su nieta, mientras enseña el bote vacío de la leche en polvo.
Erahela nos despide con una sonrisa. Elisa duerme despreocupada en sus brazos. Pese a haber nacido en Vitoria, la pequeña no vive igual que otros niños gasteiztarras.
(Puede haber caducado)