Jóvenes, bandas y realidad
El Mundo, 30-01-2007Tan peligroso resulta hipertrofiar el problema, como negarlo. Ni todos los jóvenes son violentos, ni pertenecen a bandas, pero sí los hay constituidos y agrupados, chantajistas y peligrosos. ¿Quién se atreve a negarlo? Estos días he oído declaraciones de algunos responsables políticos que o bien se basan en un desconocimiento preocupante e inaceptable o en unos intereses partidistas, miopes y peligrosos. En todo caso faltan a la verdad, la que cualquier ciudadano conoce y algunos sobre todo niños y jóvenes sufren.
Conocer la realidad es necesario, analizarla obligado, e intervenir con criterio, coherencia y constancia incuestionable. Comencemos no confundiendo víctimas con verdugos, no intercambiemos lo que está bien, con lo que está mal. En España han existido bandas como la del Vaquilla, el Torete…. se acuerdan de la película Deprisa, deprisa. Robaban la loca (SEAT 124) y con un líder claro, una jerarquía establecida se hacían bolsos, joyas, era un agrupamiento de cristalización de clase, de pobreza, que nacía en la periferia de las ciudades, bastantes eran gitanos. Siempre han existido otras bandas con otros intereses y objetivos más «ideológicos» desde los skin (cabezas rapadas), a los punkies, tipos variables que se caracterizan por sus vestimentas, su gusto por imponer sus criterios por la violencia, su defensa territorial. Siguen existiendo y conviviendo (¡vaya paradoja!) y precisan de investigación policial y respuesta judicial continuada, hay un caldo de cultivo peligroso que siempre resulta inflamable ante quienes, repito les une la satisfacción de la violencia, vomitar su náusea personal contra los otros chocolates, sudacas, homosexuales.
He denunciado de siempre a padres definidos como respetables que dicen no saber que su hijo pertenecía a una banda fanática con ideología extrema y cuando vas a su casa tiene en las paredes símbolos nazis, y en el suelo unas botas, cazadora, pantalones inconfundibles, además de un bate (pero no juega al béisbol). En el País Vasco los hay que se agrupan en la «Kaleborroka».
También tenemos en España jóvenes patéticamente acultos, holgazanes, tiranos en casa, adocenados fuera, fracasados escolarmente o acosadores en el aula de compañeros o profesores, que gustan de ser maleducados, rudos, macarras y que, ante la menor ocasión, para demostrar su descerebramiento y ayudados por la ingesta de alcohol junto a otras drogas, pues se implican en reyertas, peleas, broncas.
Y dicho lo anterior, la juventud española es mayoritariamente sana, alegre, estudiante y trabajadora, solidaria y comprometida, tecnológicamente preparada. ¡Ya está bien de unir a joven con violencia, anorexia y botellón. Son los menos!
Ahora abordemos lo que nos ha llegado y no estaba aquí, lo que hemos importado sin quererlo. Si a alguien le duele, le hastía, es a tantos ciudadanos de esos países de procedencia que son buena gente, trabajadores y que ven mancillado el nombre de la tierra que les vio nacer por culpa de quienes infringen la ley, se acomodan en el victimismo y derivan responsabilidades. Los Ñetas, los Latin kings, existen, incrementan el número de menores privados de libertad en centros de menores. No hay impunidad, la Agencia para la reeducación y la reinserción del menor infractor está haciendo bien su trabajo, cuando me nombraron Defensor del Menor contábamos con dos centros de Reforma hoy tenemos 11 ¡llenos!, no hay impunidad, aunque los medios de comunicación transmitan desde el desconocimiento lo contrario. Jueces y Fiscales cumplen y hacen cumplir la ley.
Javier Urra es psicólogo de la Fiscalía del Tribunal Superior y de los Juzgados de Menores de Madrid. Patrono de UNICEF. Primer Defensor del Menor.
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