La trata de personas es un problema que alcanza cada vez mayores dimensiones en el mundo, constituyendose en una de las amenazas más grandes a los derechos humanos y llegándose a definir como la versión moderna de la esclavitud humana, así también es considerado el tercer crimen más grande del mundo, después de la venta de drogas y armas.

Esta realidad no es ajena al Perú, donde no sólo las mujeres son explotadas sexualmente, sino que uno de cada cien niños son víctimas de estos traficantes.

Adicionalmente, los menores son obligados a prostituirse y a trabajar en condiciones de esclavitud, especialmente los que provienen de la clase rural, afirmó el congresista Yonhy Lescano.

Lescano, uno de los propulsores de la ley contra la trata de personas, señaló que una de las formas más frecuentes consiste, en la entrega de los niños por parte de sus propios padres para que realicen labores domésticas, pero que al final terminan en condiciones de semiesclavitud.

SANCIONES
Recién el pasado 16 de enero entró en vigencia la ley 28950, “Ley contra la trata de personas y el tráfico ilícito de migrantes”, la cual establece sanciones que irían desde los ocho hasta los 25 años de pena pravativa de la libertad.

Lo que busca la norma es judicializar y atender integralmente este flagelo, que no sólo se relaciona con la explotación sexual, sino también con el tráfico ilícito de migrantes, la explotación laboral, el tráfico de órganos o tejidos humanos, la mendicidad y otras formas de explotación.

MODALIDADES
En Cusco se han identificado casos de jóvenes que, con la promesa de un trabajo, son trasladadas a los lavaderos de oro en la selva y también son sometidas a trabajo forzado y esclavitud. En Iquitos y Pucallpa las modalidades varían entre ofertas de trabajo para la tala de madera, en el caso de hombres, y la prostitución de jovencitas en campamentos mineros, bares y discotecas.

Asimismo en las zonas de frontera se traslada a las víctimas a los países más cercanos, donde son despojadas de sus documentos de identidad.

Las falsas ofertas laborales más frecuentes que reciben las jóvenes víctimas, son trabajos como meseras, anfitrionas y modelos en Lima u otras ciudades de mayor desarrollo , no obstante terminan siendo trasladadas a otras zonas, encerradas, custodiadas y amenazadas, sin poder avisar a sus familiares.