"El Universal". MÉXICO: "Pugnas raciales asustan en un poblado español"

Continuos enfrentamientos entre grupos de jóvenes latinoamericanos y españoles complican la convivencia en la pequeña localidad de Alcorcón, en el sur de Madrid, y ubica a menores migrantes en mayor riesgo que los adultos.

Prensa Latinoamericana, 28-01-2007

Cuesta ser latinoamericano en Alcorcón. Al menos, en estos días. Los principios básicos de convivencia parecen estar en peligro en esta ciudad donde las miradas se cruzan con desconfianza entre moradores que hasta hace una semana convivían en armonía. O, al menos, eso aparentaban.

Una pelea de barrio entre una adolescente española con novio dominicano y una mexicana con novio boliviano desató una masiva reyerta entre 300 jóvenes inmigrantes y españoles que ha abierto el debate sobre la real integración de los extranjeros en la sociedad del país europeo, la educación y, como tema recurrente, las bandas latinas.

Esta localidad, una de las más representativas de la Comunidad de Madrid, que hasta mediados del siglo XX era un pequeño pueblo que vivía de la agricultura y la cerámica, enfrenta un nuevo reto: la multiculturalidad.

De los 173.000 habitantes que constan empadronados, 21.000 proceden de otras latitudes. El ecuatoriano es el segundo grupo más numeroso, con 2.642 personas inscritas, luego del marroquí (3.010).

En este sector 384 connacionales tienen entre 16 y 24 años, las edades de los jóvenes involucrados en ese enfrentamiento, del cual ya hay tres heridos, uno de ellos grave, y nueve detenidos.

Más de un vecino no lo considera un incidente aislado y pocos apuestan por hacer un ejercicio de contención dialéctica. Ismael Torres, un septuagenario madrileño, habla de “invasión de delincuentes”, arropada por los aplausos de jóvenes dispuestos a la “caza del latin”.

Los brotes de violencia xenófoba no han tardado en apoderarse de las aceras de este distrito, que desde sus paredes advierte a los extranjeros que tienen los días contados. “Latinos muertos, Alcorcón contento”, se lee en un portal de uno de los edificios de Torres Bellas, la zona donde se desató la trifulca.

Ese mensaje no le sorprende a Doris Juárez, la inmigrante ecuatoriana que auxilió al joven español que recibió seis puñaladas. A ella le han llovido amenazas de muerte solo “por ser extranjera”.

En las viviendas de Alcorcón, una ciudad con una red de seis bibliotecas, tres universidades y una tasa de desempleo del 5,9%, cualquier día de la semana se oye un vallenato, huele a fritada o se oyen diversos acentos de migrantes latinos.

Guillermo Altares insiste en que esta ciudad no es racista, pero se requiere de mucha entereza para tolerar los insultos de jóvenes ataviados con pasamontañas a cualquier latino que circula por la Plaza del Maestro Victoria, donde se ubica el Centro Joven.

Clamor de venganza
Algunos no se atemorizan y claman venganza. El grito de “ven que te vamos a matar” retumba en una ciudad blindada por agentes antidisturbios emplazados en cada esquina de este cuadrilátero donde los vecinos denuncian que los pandilleros cobran a los españoles por utilizar las canchas.

Pedro Moreno, director general de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Alcorcón, sostiene que desde el departamento encargado de atender las necesidades de los nuevos vecinos las tareas se han cumplido y detalla las medidas adoptadas: 200 plazas en talleres prelaborales para jóvenes de entre 12 y 18 años con problemas de deserción, un servicio de acogida en los institutos para los alumnos nuevos, tres mediadores interculturales, dos mediadores vecinales y 32 trabajadores de calle que laboran directamente con los chicos, muchos convertidos en “niños-llave”, es decir, estudiantes que permanecen solos en sus casas hasta que llega un adulto del trabajo y encuentra en los parques la compañía que les niegan en los hogares.

Un informe, el Estudio español sobre la violencia en la calle asociada a la actividad de bandas juveniles, elaborado por una ONG el primer semestre del 2006, advierte que entre los jóvenes de Alcorcón los moradores identifican hasta ocho bandas que propician la violencia en el sector.

Según asociaciones que trabajan con jóvenes dicen que este fenómeno de pandillas “o no está presente o, si existe, apenas tiene incidencia”.

La percepción de estas personas apunta a la presencia de la Banda del Chupete, dedicada a actos delictivos; LMC (Los Más Cabrones), marroquíes (entre los 11 y los 16 años); los antifacistas o red skins; los neonazis; los Ñetas y Latin King (integrados por ecuatorianos, colombianos y dominicanos); un grupo de marroquíes de 8 a 13 años y los bakalas, españoles que indican tener ideología de derecha.

En las recomendaciones, el informe plantea, entre otras medidas, “la necesidad de emprender un plan de acción integral contra la violencia e implementar programas de ocio y tiempo libre para que quienes se están socializando en la cultura de la violencia lo hagan en otros valores más solidarios al compartir otras formas de divertirse y de proyectarse socialmente”.

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