“Yo sé que lo saben. Pero no voy a admitirlo. Tienen que probarlo”. Como si leyera el guión de una película, James Ford Seale, un ex alguacil y ex miembro del Ku Klux Klan, le espetó a dos investigadores del FBI toda su soberbia.
Corría el año 2000, cuando dos sabuesos lo interrogaron y le dijeron que sabían que había transportado y arrojado al río Mississipi los cadáveres de los militantes antirracismo Henry Hezekiah Dee y Charles Eddie Moore, los dos de 19 años, tras ser asesinados en 1964.
Ahora, a casi 43 años de esos crímenes, Seale está preso. Lo arrestaron el miércoles. Aunque, como también dicen en las películas, nada de lo que haya dicho podrá ser usado en su contra.
Sin embargo, el FBI considera bastante probado que participó en uno de los tantos crímenes de la banda que sembró el terror entre la comunidad afroamericana de ese estado del sur de Estados Unidos.
Según la acusación, por “secuestro y asociación para delinquir”, Seale y otros integrantes del Ku Klux Klan capturaron a los dos chicos el 2 de mayo de 1964.
Los golpearon hasta matarlos, para hacerles confesar un imaginario tráfico de armas. Luego, los ataron y lastraron, a uno con un motor y al otro con un riel, y los arrojaron al río Mississippi.
Los dos cadáveres fueron hallados meses después, en el marco de las búsquedas iniciadas por la desaparición de tres jóvenes militantes contra el racismo, caso por el que en 2005 fue condenado Edgar Ray Killen (80).
Con el paso del tiempo, el doble crimen quedó en la nada, hasta que la investigación se reinició gracias a la insistencia del hermano de una de las víctimas.
Seale, hoy de 71 años, podría ser condenado a perpetua.