Una convivencia incómoda

La antigua vida nocturna de la calle Fuenterrabía ha variado de forma radical y ha adelantado su horario

Diario Vasco, 25-01-2007

MARÍA JOSÉ ATIENZA/
IRUN. DV. La calle Fuenterrabía de Irun se está haciendo habitual en las páginas de sucesos. En los dos últimos años, esta vía urbana ha sido escenario de decenas de detenciones por delitos contra la salud pública y arrestos por robos, reyertas y amenazas. El pasado mes de diciembre, el local nocturno Clipper, ubicado en la citada calle, quedó destruido por las llamas. Esta misma semana, el Ministerio del Interior ha dado a conocer la detención de seis dueños y responsables de los clubs de alterne Charles y Copacabana, situados en la misma calle y de doce mujeres de nacionalidad brasileña, en una operación contra la prostitución y la explotación sexual de ciudadanas extranjeras.

La noche y el día

La calle Fuenterrabía siempre ha tenido una intensa vida nocturna, pero nunca había convivido con la delincuencia de manera tan reiterada. Hasta la fecha, la mayoría de los sucesos y detenciones han ocurrido bien entrada la noche o de madrugada, cuando los vecinos duermen y los comercios de la zona están cerrados. De día, la calle sigue presentando una actividad comercial y vecinal sana e intensa y recibiendo, mañana y tarde, la alegría de los alumnos del colegio San Vicente de Paúl.

El principal temor de quienes habitan o tienen sus negocios instalados en la calle y alrededores es que esa frontera, hasta ahora bien trazada, entre el día y la noche comience a difuminarse.

«Hasta la fecha, nunca nos ha pasado nada, ni tenemos miedo de que nos pase, porque creo que los principales interesados en que estemos callados son ellos, los que trapichean», dice una veterana comerciante. «Ésta también es su zona de trabajo y no quieren complicaciones. Pero hemos visto de todo. No hace falta tener mucha imaginación para saber lo que se están entregando unos a otros. Hemos visto sacar navajas y a los ertzainas, un montón de veces, pidiéndoles la documentación. Sabemos que hay vigilancia policial, con uniforme y sin uniforme. Pero les da igual. Ellos siguen viniendo, dando vueltas, vigilando quién sabe qué y hablando por el móvil continuamente. Se lo tienen que dar gratis».

«Sobre las cinco o las seis de la tarde, ya empiezan a venir», añade otra comerciante de la calle Fuenterrabía. «Casi no han acabado de de salir los niños del colegio y ya están aquí, sentados en las escaleras, en las puertas de los bares…Prácticamente todos los bares los han cogido ellos. Pero miras dentro y sólo está el camarero. Estábamos mejor cuando funcionaba el Jennifer. Cuando cerraron la discoteca, la gente que tenía los bares se marchó. Es una pena. ¿Con lo que ha sido esta calle!».

Chicas brasileñas

La detención de los responsables de los clubs de alterne y de las doce mujeres brasileñas estuvo presente ayer en las conversaciones de vecinos y comerciantes de la calle Fuenterrabía. «Yo llevo aquí treinta años y siempre ha habido clubs de alterne en esta calle, pero esto es otra cosa», comenta la propietaria de una tienda. «Antes, nos conocíamos todos. Era ‘producto nacional’, como suele decirse. Hace unos veinte años empezaron a venir las chicas marroquíes y ahora hay, sobre todo, brasileñas y rusas».

Hasta hace unos meses, las chicas «sólo trabajaban por la noche, pero ahora vienen sobre las cinco de la tarde. Por lo menos, a esa hora las hemos visto llegar muchas veces. Son jóvenes, muy guapas. Un día, por la mañana, vi a dos hombres que salían de un local con una chica muy joven. No sé si sería mayor de edad. La pobre iba dando tumbos. No quiero pensar lo que le habrían hecho».

«Cuando hablamos con la policía, nos pide colaboración ciudadana pero ¿qué podemos hacer nosotros? Sólo pedimos que esto no vaya a más, que lo controlen de una vez».

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