El Faro. Ceuta y Melilla
Vencer al racismo
Existe el racismo expresivo, que es el que se maneja a menudo por referencia y mucho más a menudo, como lenguaje ofensivo y despectivo, pero si eso es el racismo, entonces mi abuela (que se refería al vecino por el apelativo cariñoso de “cabestro”) era racista y además vieja.
ND, 24-01-2007Chiki
Pero también existe esa especie de “doctrina”, alentada por los “afectados por el síndrome de bajo rendimiento mental” que para más inri, creen ser superiores al resto de los mortales por alguna causa, que normalmente, resumen en Color y Religión. Uno, en la superioridad basada en los caracteres biológicos. Otro, simplemente, en el desprecio a las creencias ajenas.
De los primeros , los de mi abuela, nada de nada, “rien de rien”. Pero de los otros…, como alguno de ellos atesore poder (político, económico, social, etc) en sus manos, la cosa se tuerce, como se le suelen torcer los labios al expresar sus ideas ¿? Estos que se escudan en Política para afrentar incansablemente a quienes consideran inferiores. Estos que se acomodan tras grandes despachos y subyugan a quienes ofenden su visión de la vida. Estos que, escondidos tras la Fé, consiguen enfrentar a hermano contra hermano y levantar las banderas del odio entre rezo y rezo, por Diós, por Yahvé o por Alá.
¿Quién puede pretender levantar las barreras del rechazo? Bajo mi neófita opinión (que no por ello desdeñable), solo aquellos que buscan sus intereses personales. Intereses, sí. Como el interes de los Imperios antiguos en controlar y establecer colonias. Como eran intereses los que distintos reyes de la cristiandad tenían en la llamada Tierra Santa. Como las apetencias geográficas de algunos reyezuelos y Visires en el dominio de la región y las salidas al mar. Como la repartición de las riquezas naturales (petroleo, gas, etc) que siguen llevando a cabo las empresas y el gran capital. Y ante todo esto ¿quién es el racista? El poder.
No se puede generar racismo desde la ignorancia. Desde el desconocimiento. Desde el sufrimiento de los débiles. Desde la miseria de los hombres. Desde las chabolas del Principe o desde los desatinos de los dirigentes sociales. El racismo es un camino de ida y vuelta. Aquel que lo genere está escupiendo al cielo y como dice el refrán “encima le ha de caer”. Racistas que establecen la religión como la linea imaginaria donde acaban los derechos fundamentales del individuo para recibir, a cambio, el encargo divino de la limpieza (llámese étnica, religiosa o social). Fundamentalistas que se fundamentan, en la sinrazón del odio a todo lo que no asuma sus tesis. Verdugos de las ideas y las libertades…
No estamos en los albores del primer milenio. Ni en las guerras medievales. Cada pueblo ha sido victima de su propia historia y de la historia de otros pueblos. No podemos seguir viviendo de la desconfianza, de los recelos y las sospechas de nuestros dirigentes. No podemos, ¡no debemos! Porque el mundo actual se está moviendo por hilos demasiado finos donde se promete el paraíso a cambio de la muerte, y solo, en la educación y sensibilidad de las culturas, las unas y las otras, encontraremos las soluciones para vencer a un enemigo, que por primera vez en la historia es común para todos: el racismo.
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