LA POLÍTICA DE SEGURIDAD|LAS OPINIONES // JOAN J. QUERALT
Una buena idea
Los inmigrantes policías aportarán nuevas formas de actuar
El Periodico, 23-01-2007JOAN J. Queralt
El anuncio del conseller Saura de incorporar a los Mossos d’Esquadra a inmigrantes, esto es, ciudadanos extracomunitarios, es una buena idea, aunque llega tarde, pues la inmigración no es un problema de hoy ni de ayer. Sea como fuere, la idea es más que buena y ha de apremiarse al poder político a que la ponga en marcha cuanto antes y que no se limite a darse por satisfecho con titulares que mañana se habrán borrado.
Especialmente desde la perspectiva de la seguridad, ¿qué entendemos por inmigrante y cómo ha de funcionar esa policía mestiza? Aunque lo pueda parecer, esta pregunta no es una simpleza. Fundamentalmente, nos referiremos al ciudadano extracomunitario no caucasiano y cuya venida responde casi en exclusiva a labrarse un porvenir ante su miserable realidad local de origen. O para decirlo a las claras: el inmigrante, el que crea inseguridad, es el pobre que no habla como nosotros o lo hace con acento. Si no es pobre, poco nos importa lo que hable, cuál sea su religión o cuál sea su color.
Socialmente, y ello se refleja policialmente, se parte de la base de que la inmigración no caucasiana genera inseguridad por su llegada masiva y su nula capacidad económica inicial. Existe una excepción: el estigma de violencia desmedida que pesa sobre los inmigrantes, caucasianos ellos sí, procedentes de los países del Este, en especial de la antigua Yugoslavia. Estos son los elementos del bloque de inseguridad.
Como cabe deducir de lo anterior, la relación entre pobreza y delincuencia no es directa; de ser así, nuestro país debería haber sido hasta hace un par o tres de décadas el paraíso de los delincuentes. La relación lo es entre delincuencia y marginalidad, marginalidad a la que se ven abocadas las personas que sufren aquí tanta o aun más explotación (de toda índole: laboral, habitacional, social, educacional…) que en sus tierras de origen. Dejando de lado aquellos que vienen a delinquir porque es más provechoso delinquir donde hay más riqueza y donde se es desconocido, el problema de seguridad real derivado de la inmigración es importante, porque es caldo de cultivo de fragmentación social y de xenofobia. Por ello, y por la dignidad de los que nos visitan, debe ser atajado. La incorporación de inmigrantes a las filas de los Mossos (de los demás cuerpos policiales, también) debe partir de esta especificidad y no ser una mera operación de relaciones públicas. Algo de eso ya sucedió con la incorporación de la mujer a las fuerzas de seguridad y militares: al principio, buena presencia, buen porte y mucha sonrisa y… poca calle.
Superado este escollo, resulta necesario analizar qué funciones policiales y de qué modo las van a realizar estos nuevos funcionarios. No vaya a pensarse que por el hecho de que la boina de mosso cubra una tez morena los problemas van a desaparecer. Es algo más complejo que la apertura de sucursales bancarias ante el nuevo segmento de negocio de la inmigración o que destinar batallones mixtos al extranjero. Para empezar, actuarán en relación (para no decir que se enfrentarán) con ciudadanos que lo que más desean de un policía es no verlo: las experiencias con sus policías autóctonas, normalmente en el hit parade de las violaciones de los derechos fundamentales, no invitan a la confraternización.
AL
PRINCIPIO,los nuevos agentes poco más que los indígenas podrán hacer. Sí, en cambio, podrán aportar nuevas formas de entendimiento en la actuación en la calle y en las labores de inteligencia, tan necesarias, tan cacareadas y tan olvidadas. Su función corresponde, por lo demás, al enfoque moderno de la policía en un Estado social y democrático de Derecho: sin abandonar la indeclinable función preventivo-represiva, la policía ha de abundar en los terrenos de la causa y tratamiento del delito, lo que la aboca a estudiar la sociedad en la que actúa y las causas reales de la delincuencia y de la inseguridad.
Sería muy lamentable que se reprodujera la guetización social: los guetos en la calle no se combaten con guetos policiales. Además de la limitación de carreras profesionales de los agentes, agravaría los males en lugar de aliviarlos. Cuando se incorporó a las mujeres a la policía, se pensó en atribuirles tareas que alguien entendía como femeninas: craso error, ya rectificado. Igual que a nadie se le ocurriría que a una mujer la detuviera solo otra mujer, los nuevos agentes deben ser incorporados transversalmente y empapar al resto de la institución con los nuevos valores y objetivos de la multiculturalidad, primer paso del mestizaje, clave del sistema. La pura raza queda para los animales; los ciudadanos somos otra cosa. Somos personas que intercambian sentimientos y realidades.
(Puede haber caducado)