P. M.
MADRID

Alcorcón dejó hace mucho tiempo de ser solo una ciudad dormitorio. Al igual que el resto de pueblos de la periferia de Madrid, multiplicó sus habitantes (en 1950 había unas 1.000 personas censadas) en los años 70 al calor de los miles de españoles que buscaban trabajo en Madrid y no podían pagar los desorbitados precios de las viviendas de la capital. Sin embargo, hoy muchos de sus 164.000 habitantes trabajan y disfrutan de su ocio en Alcorcón, una ciudad que cuenta con todo tipo de servicios.
Tiene universidad, un hospital que es la envidia del resto de municipios de la zona sur y está rodeada de varios de centros comerciales que registran multitudinarias caravanas de gente procedente Madrid y las ciudades colindantes cada fin de semana. Los alcorconeros se sienten los señoritos del sur. Su ciudad está más cerca de la capital, a solo 20 minutos del centro en metro, y sus pisos son incluso más caros que en algunos barrios de Madrid, ya que son más nuevos y con muchas zonas ajardinadas. Una ciudad análoga en Catalunya podría ser Badalona.

Vecinos “asustados”
En general Alcorcón siempre ha sido una ciudad tranquila. Excepto en Costa Polvoranca, una zona de marcha situada en un polígono, donde ha habido dos asesinatos en la última década. En el barrio en el que ocurrieron este fin de semana las reyertas, algunos vecinos no salían ayer de su asombro porque aseguran que siempre ha sido un vecindario “tranquilo”.
Sin embargo, otros vecinos, los que tienen hijos adolescentes, comentaban que las peleas “se veían venir” porque en los últimos tiempos un grupo de latinoamericanos “se han hecho los dueños del parque”. Por ejemplo, María Carmen explicaba que esta pandilla pide a su hijo, de 14 años, dinero cada vez que quiere jugar en las canchas de la zona. En lo que coincidían unos y otros, inocentes y advertidos sobre los problemas entre los jóvenes, es en que están “asustados” porque temen que las peleas del fin de semana se generalicen.