Una austriaca integrada en el mapamundi

Aunque nombrar la palabra inmigración sugiera un traslado por motivos económicos, es un fenómeno más amplio. Para muestra, un botón.

Deia, 23-01-2007

E. Castresana Bilbao
A helga pérez el amor la trajo a bilbao desde salzburgo hace 25 años «la verdad es que cuando llegué a Bilbao me deprimí un poco, era una ciudad gris». Nada que ver con el Salzburgo natal de Helga Pérez Mato, que ha adoptado los apellidos de su marido, la razón por la que abandonó Austria hace veinticinco años ante el disgusto de la familia. «Es que en aquella época decir que venías aquí era peor que si hoy día te marchas al norte de África», dice. Para explicarles dónde quedaba Bilbao les señalaba «las bajas presiones del Golfo de Bizkaia» mientras veían el tiempo en la televisión porque «era la forma más fácil de ubicarles».

Solucionado ese “pequeño” inconveniente, descubrió la belleza del paisaje con «las visitas a la playa de Getxo. Es una maravilla tener tan cerca tanto el mar como la montaña», y se integró en la dinámica de la ciudad sin problemas, a pesar de que «entonces tenía menos vida cultural de la que había imaginado y faltaban infraestructuras y servicios». Opina que «cuando caes en un sitio te mueves por la curiosidad, hay que aprovechar lo que tiene de diferente y no compararlo con el lugar de origen y estar continuamente pensando en lo que echas de menos».

Vivir de los idiomas

Licenciada en Filología Inglesa y Germánica, enseguida supo comprender que ahí estaba la clave para encaminar su futuro laboral en su nueva ciudad. «Tuve la suerte de que al poco tiempo de instalarme en Bilbao empezó el “boom” de los idiomas, y empecé a dar clases». Igual se las ingeniaban las alemanas o inglesas que formaban su círculo más próximo: «Nos reuníamos con frecuencia para no desligarnos del todo de nuestros orígenes, y todavía lo seguimos haciendo». Dentro de esas amistades se contaban también chilenas o argentinas, «pero en esos casos se fueron de sus países por motivos económicos o políticos».

A base de encadenar trabajos en el campo de la lingüística fue estableciéndose hasta entrar a formar parte del Colegio Alemán de Txurdinaga, donde todavía trabaja, y desde allí contempló la espectacular transformación que ha dado el Bilbao que la recibió. «Como lo vives desde dentro y se trata de cambios pequeños y seguidos no te enteras, pero sí, la ciudad ha avanzado mucho, y a mejor», opina.

Ahora que se encuentra «prejubilada parcialmente, disfrutando del final de mi carrera», puede contemplar el futuro con más tranquilidad. Entre sus planes figura el de «viajar a Austria con más regularidad», aunque ya se desplacen a menudo.

«Por fortuna, a mi marido le gusta mucho mi país, y de esta forma nos enriquecemos cada uno con el ambiente del otro, porque son formas muy distintas de ver la vida, la política, las costumbres, etc». «Puedo afirmar que, si está bien decirlo así, tengo dos raíces: una antigua, la austriaca de nacimiento, y otra reciente. «Aunque bien pensado», titubea por un momento, «¿puede llamarse reciente después de llevar veinticinco años viviendo aquí?»

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