Reyerta en Alcorcón
La Vanguardia, 23-01-2007INCIDENTES como los ocurridos el pasado fin de semana en la ciudad madrileña de Alcorcón – llamar localidad a un término municipal que congrega a más de 150.000 habitantes induce a la confusión- se prestan a interpretaciones demasiado arriesgadas y, sobre todo, simplistas. Como señalaban ayer los medios internacionales de comunicación, que se han ocupado profusamente de estos enfrentamientos en los que participaron cientos de jóvenes autóctonos y de origen latinoamericano y que degeneraron en diversos actos de vandalismo, España se había librado en general de este tipo de fenómenos, lamentablemente frecuentes en determinados barrios de las ciudades de muchos países desarrollados y en vías de desarrollo. Su relativa novedad ha propiciado su gran repercusión.
Con toda probabilidad, en las comentadas alteraciones del orden público incidieron diversos fenómenos, como el racismo, la intolerancia, la marginación, la excesiva ingesta de alcohol, la predisposición a la violencia o las nuevas formas de delincuencia, pero también, por qué ignorarlo, la extraordinaria capacidad de convocatoria que proporcionan las nuevas tecnologías. Sería tan ridículo como absurdo criminalizar la ingente capacidad movilizadora de los SMS, los mensajes cortos que se transmiten a través de los teléfonos móviles, pero es evidente que se han transformado en un factor que tener muy en cuenta por las fuerzas del orden. En efecto, una reyerta que hace unos años habría probablemente involucrado a apenas unas decenas de jóvenes, hoy puede reunir a cientos, gracias fundamentalmente a las modernas tecnologías.
Aun a riesgo de incurrir en el análisis simplista que se denunciaba anteriormente, en la prevención de este tipo de violencia quizás sería interesante aprovechar a fondo la experiencia, bien que muy preliminar, de la utilización de determinados estímulos y medidas de acogida para transformar algunas bandas de delincuentes juveniles en organizaciones y asociaciones que faciliten la integración. Así pasó con los latin kings en Barcelona, aunque, debemos insistir en ello, toda prudencia es poca y toda generalización es peligrosa.
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