«No somos nazis. Defendemos el barrio»
Los jóvenes que recorrieron la ciudad el domingo en busca de pandilleros latinos dicen que sólo protegen Alcorcón - Rechazan tajantemente que sean xenófobos, pero denuncian abusos constantes de «algunos» suramericanos
La Razón, 23-01-2007Luis Boullosa
Madrid – Enrique Cascallana, alcalde de Alcorcón, se entera de los
problemas de su ciudad por la Prensa. O al menos eso se infiere de sus
declaraciones de ayer, cuando afirmó que había tenido noticia alguna de
que grupos de suramericanos cobrasen por el uso de las pistas deportivas
públicas de la población «hasta que pasó todo».
Por lo demás, sus puntos de vista coinciden con los de Policía y Delegación
del Gobierno: en Alcorcón no hay bandas latinas, ni problemas – excepto
los «puntuales» – , y los altercados del domingo los ha provocado un grupo
«muy minoritario, racista y antisistema». Mientras los canales oficiales,
pues, dicen que no, la calle grita que sí.
D. es uno de los
jóvenes españoles que ha visto las reyertas de cerca y ha participado en
ellas. «No vamos contra los suramericanos», dice, «el novio de mi madre es
dominicano y es un tío estupendo que ha venido aquí a ganarse el pan. Lo
que no es justo es que venga un grupo de cabrones a echar por tierra el
trabajo y el prestigio que se ganan otros».
«Queremos vivir en
paz»
A pie de calle, los jovenes se muestran indignados con el
calificativo de racistas: «antisistema vale», dice M., mientras se fuma un
canuto, «porque todos pensamos que los políticos son unos hijos de puta
que no se preocupan por nosotros». Sin embargo, rechaza la acusación de
xenófobos. «Mira esto, dice, abriéndose la cazadora: su camiseta reza
«antifascista siempre». «No somos xenófobos ni nazis, eso es absurdo.
Somos todo lo contrario», dice, «esto son barrios obreros, y solo queremos
que aquí se pueda vivir en paz». De hecho, quien estuviese en la algarada
del domingo, cuando los jóvenes recorrieron la ciudad en infructuosa
búsqueda de venganza por los apuñalados, pudo comprobar que entre ellos
había también gente de color.
Desde dentro, desde la
calle, y con la poco viciada visión de un chaval de 15 años, las
soluciones se ven claras, aunque distantes. «Si los monos (la Policía)
hiciesen su trabajo, esto no pasaría», afirma uno de los muchachos que
ayer se juntaban en las calles, coreado por sus compañeros. En cuanto al
alcalde, tampoco parece muy popular entre sus potenciales votantes
adolescentes. «A ese», dice uno, «lo único que le preocupa es su casa y su
coche… si estaba de vacaciones…». Desde fuentes policiales, mientras,
se afirmaba que, en estos casos de violencia callejera, «siempre que la
víctima sea un español va a ver problemas».
Problema
de convivencia
El Defensor del Menor de la Comunidad, Arturo
Canalda, por su parte, manifestó ayer su «gran preocupación» por los
acontecimientos y apuntó que la causa de estos incidentes se debe a «un
problema de convivencia y de integración y no a un problema de racismo y
xenofobia».
Mientras, D. sigue a lo suyo. Ante las cámaras
afirma que si encuentran a un latin, hablará antes de actuar, pero
cuando la tele no está reconoce que «hasta que alguien se lleve una paliza
fuerte, esto no va a parar». Pertenece, como cuenta orgulloso, a una banda
conocida como LMC (Los Más Cabrones), integrada según él por cientos de
jóvenes de Alcorcón, Villaverde y Príncipe Pío. A él le incautaron el otro
día dos navajas y un estilete, «y eso que lo llevaba bien escondido en el
calcetín. El bate no me lo pillaron, lo tenía en el coche».
Pero entre la crispación, siempre hay espacio para historias que parecen
sacadas de un buen libro de serie negra. «Tengo un conocido suramericano
que es pandillero», cuenta un chaval, «es del trabajo». «Lo llamé para
avisarle de que no salieran a la calle ni el ni su novia, que tuviese
cuidado con quien quedaba, a quien llamaba». Ahora, a falta de soluciones
de fondo, sólo queda esperar.
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