Las reyertas que han enfrentado a jóvenes españoles y latinoamericanos en Alcorcón han convertido en violencia los conflictos latentes bajo un modelo de convivencia cada vez más mestizo. Los graves altercados han sido interpretados como una reacción xenófoba de la juventud local frente a las agresiones de pandilleros vinculados a bandas latinas. Resulta comprensible que las autoridades apelen a la calma, pero no lo es tanto que hayan tratado de minimizar la alarma social y, menos aún, que eludan la tarea de esclarecer las causas del brote de violencia.