“He tenido que cambiar la abogacía por el trabajo en un pub”

Iván Albor ha dejado su profesión de abogado por el trabajo en un pub de Irun.Foto: karlos corbella

donostia. Lo suyo era el derecho penal y laboral. Defendía con el mayor celo mil y un casos sobre despidos improcedentes en empresas, liquidaciones fraudulentas y sujetos que habían caído en las garras del delito. Una parte del colombiano Iván Albor, de 34 años, sigue apostando por hacer un master en Derecho Administrativo y relegar la hostelería al lugar que le debería corresponder como empleo temporal. La otra le dice que cinco años después de llegar a Gipuzkoa su proyecto laboral está seriamente tocado por la falta de expectativas, y que más vale aprovechar las oportunidades que se presentan.

“Estoy preparado para ser abogado, pero tendría que convalidar mis estudios. Me hace falta presentarme a cinco exámenes y estudiar Derecho Político Español, un esfuerzo que haría si supiera que iba a tener un hueco… En realidad prefiero empezar de cero porque ahora mismo esto resulta imposible”, reflexiona.

la barra del bar Iván ha dejado los tribunales por la barra del bar. Trabaja como encargado del pub Beat de Irun, uno de esos establecimientos de marcha nocturna. “El peligro de que pase el tiempo es que uno se acomoda a lo que tiene, y soy consciente de que ser abogado requiere constancia y aplicar constantemente lo aprendido”, asume. Vino sin saber apenas nada de Gipuzkoa y en cuanto trabó contacto con esta tierra aprendió la primera lección: en realidad, las leyes de su país no se parecían gran cosa a las que encontró en esta tierra, un cambio que, de alguna manera, truncó su proyecto laboral. “Si hubiera tenido tiempo y disponibilidad económica las cosas habrían sido bien diferentes, pero llegas aquí, sin conocer a nadie y sin el apoyo cercano de la familia, y hay que buscarse la vida como se puede”, reconoce este joven colombiano, que también ha estado empleado como almacenero.

Ivan se marchó de Colombia porque la recesión económica dejó sin un duro a sus clientes. “La situación daba pena; había que poner tierra de por medio”, rememora. ¿Las posibilidades de éxito? “Depende”, responde. “Llegué a Andoain y me sentí muy solo viviendo en una zona apartada de polígonos industriales. Pero una vez que conseguí regularizarme se me abrieron puertas”, unas puertas cerradas para ejercer en lo que fue su profesión. >j.n.