?a investigación del robo de 30.000 euros en la oficina principal de Banesto en Ferrol, la mañana del 19 de junio del 2002, ha dado resultados sorprendentes. El fiscal acusa oficialmente a William Oswaldo González Novoa y Yeizon Alexander Castellanos Díaz, pero ocurre que bajo esta segunda identidad aparecen los pasaportes de dos hombres diferentes. Para enredar más las cosas ahora se ha descubierto que contra el que se dirigió la instrucción, una vez localizado en Barcelona, no es el que realmente cometió el robo. El juez de lo Penal de Ferrol que juzgará el caso en las próximas semanas se enfrenta a este galimatías.


Fuentes policiales han informado de que el error estuvo en su día, presumiblemente, en que el juez de Barcelona que tomó declaración al Castellanos que no participó en el robo no comprobó su identidad por las huellas dactilares. Los archivos policiales para estos casos fichan al delincuente con las huellas y le colocan una clave que es la que se maneja a partir de entonces, añadiéndole la serie de nombres que usa la persona con estas huellas. Con este sistema no se pueden producir equívocos, se añade.

Uno de los encausados en este robo de Ferrol utilizó hasta siete nombres diferentes con su correspondiente pasaporte. Por 300 euros se logra un documento colombiano que pasa por verdadero sin problemas. Los dos imputados en la causa de Banesto fueron detenidos en 30 ocasiones por hechos similares.

El hurto en Ferrol había sido una obra de arte. La banda, de la que una parte no fue localizada, llegó al patio de mostradores en un momento de mucho movimiento. Sus miembros se colocaron en las filas de espera y, aprovechando el descuido de un empleado, uno de ellos se agachó como si le hubiese caído un papel, luego se deslizó detrás de una mesa y allí se apropió de una bolsa con el botín, 30.000 euros. La policía tiene la seguridad de que las identificaciones hechas con su método son reales. Ahora hay que aclarar cuáles son sus nombres verdaderos.