"La Prensa". HONDURAS: "Migración y desarrollo"

Prensa Latinoamericana, 17-01-2007

Rafael A. Delgado Elvir

Durante el 2006, 25,000 hondureños indocumentados fueron deportados y regresaron nuevamente a Honduras.

Se trata de jóvenes que en años anteriores decidieron abandonar el país en busca de mejores derroteros.

Dejaron atrás familias y seres queridos, abrigando éstos la esperanza de que el emigrante se convirtiera en la persona que generara ingresos seguros y un poco más de bienestar.

Dejaron atrás también a pueblos enteros, que en su mayoría dependen de la agricultura o de actividades ligadas a ella.

Las poblaciones ahora se transforman lentamente en receptoras de las remesas, tanto de los coterráneos que se han movido a las grandes ciudades de Honduras como de los emigrantes que se aventuraron a entrar a Estados Unidos.

Las comunidades que viven el fenómeno masivo de la migración de sus jóvenes enfrentan el problema de que sus tierras y los recursos valiosos que poseen se encuentran ociosos.

Si ayer la falta de producción en las actividades agrícolas era evidente, ahora es alarmante la escasez de mano de obra para emprender tareas básicas en las comunidades del país.

La promesa de un salario mínimo en las maquilas de las zonas urbanas de Honduras o las expectativas de un viaje hacia el norte bastan para movilizar a millones de jóvenes.

Si las remesas del exterior traen más beneficios que daños, seguirá siendo un asunto de muchos libros y discusiones.

De lo que estamos seguros es de la necesidad de mejorar las posibilidades de crecimiento y realización de los millones de jóvenes hondureños en nuestro país.

Lamentablemente, las expectativas para el empleo en Honduras siguen siendo pocas.

La liberalización del comercio ha traído muchas inversiones, pero la dura competencia en los mercados internacionales en la elaboración de telas, prendas de vestir y ensamblajes de piezas es dura, recayendo la presión sobre los salarios.

Como resultado, hoy en día seguimos compitiendo por medio de salarios bajos y los representantes de los gremios empresariales se quejan incluso de falta de incentivos adicionales para mantenernos en esta carrera absurda por bajos costos laborales y más subsidios estatales.

La necesidad de volver al agro y centrar las esperanzas en el productor pequeño sigue siendo una de las grandes oportunidades del país.

El afán de trabajar, pese a la dureza de las condiciones, del pequeño empresario del agro y la ciudad nos indica que tenemos tesoros escondidos que no hemos querido rescatar.

Las remesas nos están ayudando en esta coyuntura y su contribución está incluso más arriba de la ansiada inversión extranjera, pero a largo plazo habrá que abrir las oportunidades para que a su regreso muchos de estos migrantes y a otros hondureños que no han salido realicen sus sueños en nuestro país.

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