"El Porvenir". MÉXICO: "El último cierre la puerta"
Todos deseamos conservar nuestra particularidad territorial, étnica, cultural, económica, política, organizacional, como pueblos constituidos que somos.
Prensa Latinoamericana, 14-01-2007La migración moderna se caracteriza por la necesidad de sobrevivir a la pobreza, hambre, e inseguridad, principalmente.
La conquista de tierra y poder es una constante que no se agota, palpables ejemplos son los pueblos americanos durante los últimos cinco siglos que vivimos y desde antes.
Sin embargo no olvidemos a Roma ampliando su dominio alrededor del mar Mediterráneo y más en la antigüedad clásica.
Además podemos recordar a los moros en la península Ibérica. Posiblemente no existe algún pueblo que se logre escapar de esta historia de ambición y supervivencia.
Todos los pueblos somos celosos de nuestras tierras, si no, porqué los filtros en las fronteras, las visas o permisos.
Todos deseamos conservar nuestra particularidad territorial, étnica, cultural, económica, política, organizacional, como pueblos constituidos que somos, no obstante la globalización.
Añaden vientos de terror y temor a ese claustro familiar que son las naciones. No es nuevo el intruso violento en la historia, solo que ahora es más intenso y grave, porque lo es y porque lo sabemos.
Ya no ignoramos la tragedia, la conocemos en tiempo real, de manera traumática, trastocando todo, la misma globalidad.
Ejemplos de esto son Nueva York en septiembre 11 de 2001, Londres el jueves siete de julio de 2005, Bombay el 11 de julio del año siguiente, Madrid el 11 de marzo de 2004, todos con característica de atentados internacionales, lo que ha sucedido también en otros países en estos tiempos y en otros, como los sucedidos cuando la segunda guerra mundial.
El terrorismo domestico o local, generado por los connacionales, es parte de esta situación vulnerable que azuza y amedrenta a muchas comunidades contemporáneas del planeta.
Tal es el caso de ETA en España. Tampoco este tipo de terrorismo es exclusivo en la península Ibérica, recordemos a Chile con Pinochet, Argentina y más.
Las guerras, el terrorismo y las catástrofes son hechos que causan la huida de la gente.
Deja sus ciudades, su territorio, para transitar o llegar a caminos y lugares probablemente inciertos.
Recordando a lo que renunciaron, su raíz, su comuna. Queriendo olvidar lo que posiblemente jamás lograran, las causas que los empujaron a salir de su cielo, de su pedacito de patria, para contener la vida.
La propia, la vida de su familia, la de su gente. México migra adentro de sus entrañas, de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, de región en región, de familia en familia, de un grupo étnico a otros grupos, de la inanición a la pobreza y viceversa.
La Gran Capital Mexicana, Tenochtitlan, es el receptáculo de población mayor del país y quizá de toda la América hispano parlante, dando de beber a los que llegan a su manto de agua, acostándolos en su tierra, cubriéndolos con su cielo desde el imperio azteca.
Adormeciendo su sueño que cada día esta más lejos, lugar con trabajo para vivir sin sosiego.
Monterrey, la orgullosa y pujante Sultana del norte mexicano, es imán de población, que deshabitan para buscar el sustento y porque no, el progreso.
Se requiere de mucho esfuerzo, ahínco, abnegación y coraje para lograrlo, pero asimismo inconformidad, que es lo que les lleva a la búsqueda del pan, la coca, los cheetos, el techo y la medicina.
Esta migración en el país, no tiene mayor riesgo que el de la pobreza, la miseria, el asalto, la violación, el abuso, el sometimiento, la extorsión, la indigencia, la delincuencia, la impunidad y la opción de pedir limosna con todo lo demás apuntado a cambio de la esperanza de sobrevivir, si se puede en algún momento, dignamente.
Recibir tiene otro costo, otro riesgo y otro beneficio, en cualquier tierra, bajo cualquier cielo, clima, naturaleza, economía, política, cultura, color, complexión, estatura.
Sentimientos de la vida. El discurso de la tierra a la que llega el peregrino no es igual al que éste tiene, sin embargo, ambos pueden estar en ventaja y desventaja a la vez.
Por lo que se obtiene, por lo que se proporciona uno al otro, la situación empieza por lo que cada uno piensa de lo que pasa, en la posición en la que está y en la que puede estar, lo que siente que da y siente que le arrebatan.
La diferencia la hacen la objetividad y la honestidad con la que se actúe, más allá de la cultura de los actores están los hechos y la idea que se tiene de ellos, de esos hechos.
Interactuar es inevitable, lo difícil es hacerlo en proporción del esfuerzo y el poder sin desventaja.
Ajustando el intercambio a las virtudes y los hechos de la relación. Más que reciprocidad, es decir, darse lo mismo, corresponde un balance representativo.
Quizá es un regreso reconstructivo, racional, objetivo y conciente, al principio de las relaciones económicas de la sociedad, el trueque, ya con forma legal y con otras grandes diferencias.
No se trata de cambiar espejos por oro, lo que se trata de lograr es un negocio satisfactorio para los “ínteractuantes”, sin abusos ni desventajas, tampoco con vicios ocultos que salgan a flote posteriormente, cuando ya no haya oportunidad de corregir nada.
Los derechos de quien migra se reparten en los linderos de la transición. Estos derechos se parten cuando la persona que llega a territorio ajeno no reúne los requisitos de acceso.
Requisitos legales, de origen o condición. Sin embargo llegan y los reciben, así sucede y con mayor intensidad desde 1948, con la firma del Plan de Guadalupe entre México y los Estados Unidos de Norte América.
Existe algo seductor que atrae a los latinos que llegan hasta allá, los dólares, el trabajo y todo lo demás que no se ve mucho en los países en vías de desarrollo, sobretodo al alcance de la gente común, trabajadora o con disposición, aptitud y ganas de trabajar.
Ellos pagan porque los acerquen al sitio de trabajo, a veces hasta con la vida. La vivencia yo no la tengo tan cerca, pero en la frontera sur de México, también se viven situaciones difíciles para los migrantes desde Centroamérica, los que vienen o pasan por Guatemala principalmente.
En los estados del sur mexicano, como Chiapas, se presenta una estrecha relación con los guatemaltecos como sucede en Texas y los otros estados sureños de Norteamérica con los mexicanos.
Es más estrecha nuestra relación en aquél territorio, que la de los norteamericanos en éste, en términos de interacción social.
Ellos buscan las playas mexicanas, las ciudades coloniales de aquí, o las cosmopolitas y las precolombinas.
Los mexicanos que solo vamos de visita al otro lado ¿qué buscamos? ¿Parecernos a ellos, a su modo de vida, traernos un pedacito de allá, aunque sea en idea, fugarnos de esta vida tan contrastante, llena de espejos por todos lados? Talvez buscamos paz para nuestra alma, justificación para nuestra existencia, adormecer nuestra inconformidad, esconder nuestro dolor.
Cómo vivir sin migrar, si allá existe lo que no es posible para mi ahora aquí, aunque sea circunstancial y temporal.
Cómo no ir por el pan que aquí no me alcanza, aunque me quede en el camino. Cómo no ir tras la esperanza, si es todo lo que tengo para la vida.
Cómo no repartir esa esperanza a la vida de mi vida, que es mi gente. El origen de la humanidad es nómada, perseguía los recursos para vivir.
Del movimiento surge la comunidad que somos y seguimos en acción. Somos sociedades establecidas en urbes relacionadas entre si por su gente.
Toda América actual está formada por migrantes mayormente. La migración es un factor permanente que aglutina y recompone las comunidades.
La libertad de desplazamiento de personas de un territorio a otro aporta al conglomerado humano que llega, la oportunidad de permanecer como comunidad, como lo hicieron los ancestros de los que ahora ya están allí o aquí.
En este movimiento migratorio construimos y reconstruimos la sociedades humanas. Si cerramos nuestras puertas, cerraremos el destino.
Entonces habrá un último en llegar. Habrá nuevas sociedades sin fronteras, esas son las que sobrevivirán.
En América del norte, México, Estados Unidos y Canadá formamos una comunidad económica a través del Tratado del Libre Comercio, lo cual, no será posible plenamente si no existe el transito libre de personas.
En América Latina formamos una comunidad cultural, no obstante las fronteras ni otras situaciones.
Sin embargo no somos entidad económica conjunta, que permita el progreso de las comunidades que las integramos.
Parece que nos obstinamos en mantenernos separados, olvidando la fuerza que es la unidad cultural que nos da la existencia, pero no el progreso ni el poder.
La unión económica de Latinoamérica es posible, la base existe, falta la acción. Las relaciones comerciales, profesionales, culturales, sociales son el soporte para abrir la puerta a las grandes oportunidades de progreso en la comunidad latina asociada con la del norte del continente.
Los beneficios así son mutuos
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