El creciente número de matrimonios mixtos amortigua el descenso de casamientos

Uno de cada siete enlaces cuenta, al menos, con un cónyuge extranjero

Diario Sur, 13-01-2007

El efecto de la emigración en España no solo ha supuesto beneficios económicos y de bienestar, también ha modificado estructuras sociales de tanto arraigo como es el matrimonio. Según datos recientes, uno de cada siete enlaces que se producen cada año ya cuenta, al menos, con un cónyuge extranjero. La mayoría son mujeres españolas que contraen casamiento con ciudadanos iberoamericanos, mientras que los hombres no tienen una clara preferencia en el origen de su esposa.

El creciente fenómeno de los matrimonios mixtos entre españoles y extranjeros ha amortiguado el paulatino descenso de casamientos en España. Desde hace 20 años, el número de maridajes se ha estancado en unas 200.000 parejas anuales, a pesar de que en ese periodo la población ha aumentado en más de siete millones de personas. Sólo en 2005 se produjeron 7.024 menos que el año anterior, mientras que el número de matrimonios ‘internacionales’ alcanzó en ese mismo periodo los 29.783.

Esta cifra ya representa el 14,24% de los enlaces – tanto civiles como religiosos – que se ocasionaron en España en el último año (209.125). Un fenómeno en claro crecimiento desde hace una década, cuando los casos de matrimonios mixtos apenas alcanzaban el 3% del total.

Más españolas

De los cerca de 30.000 casamientos internacionales, 22.300 están compuestos por un cónyuge español y poco más de 7.000 sólo por ciudadanos extranjeros, según fuentes del INE. Estos últimos matrimonios también crecen año tras año aunque en menor medida que los mixtos.

Una radiografía de los mismos muestra como son mucho más las españolas (13.635) que los españoles (8.659) los que se casan con un cónyuge extranjero. Las primeras prefieren generalmente a personas procedentes de América (Colombia, Ecuador, Brasil, Argentina), seguidas de Rusia y Marruecos, mientras que los segundos se debaten entre esposas americanas y europeas – muchas de ellas proceden de países del este – aunque también africanas y, en menor medida, asiáticas.

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