La Iglesia, inquieta por las mujeres y los menores inmigrantes

ABC, 13-01-2007

JESÚS BASTANTE

MADRID. La Conferencia Episcopal ha denunciado algunos aspectos «especialmente preocupantes» del fenómeno de las migraciones en nuestro país. Entre ellos, destaca: «La imperfecta o nula integración de la primera generación, que repercute en una deficiente integración de los jóvenes de la segunda generación; la emigración femenina y de niños, más expuestos al tráfico de seres humanos y a la prostitución y el empeoramiento de las condiciones para la integración y la reagrupación familiar de los refugiados».

En su mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Migraciones, que se celebra mañana, los obispos hacen un llamamiento a mejorar las políticas de inmigración, sobre todo en lo referente a menores y mujeres , e instan a los responsables gubernamentales a que «establezcan normas justas y medidas adecuadas que defiendan y tutelen la dignidad y los derechos de los inmigrantes y de sus familias».

El mensaje episcopal – bajo el título «44 millones de personas, una sola familia» – reivindica el papel de la Iglesia «en el aspecto sociocaritativo, de acogida y acompañamiento, y en la defensa de los derechos» de los inmigrantes .

Reconocimiento del Ejecutivo

Una labor que, por primera vez, ha sido reconocida por el Gobierno esta misma semana, cuando la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega manifestó que el Ejecutivo socialista estudia «líneas de trabajo» con las instituciones eclesiales dedicadas al trabajo con inmigrantes dentro y fuera de nuestras fronteras y que gestionan la mayor parte de los centros de acogida y atención de las personas que llegan a España.

Según apuntó De la Vega, «la Iglesia nos ha ofrecido toda su colaboración y espero que podamos a acordar una línea de trabajo en esta materia».

En este punto, ABC ha podido saber de fuentes episcopales oficiales que la vicepresidenta ya ha entablado «contactos preliminares con algunos obispos y responsables de congregaciones y ONGs católicas, fundamentalmente Cáritas, dedicadas a este ámbito».

De modo oficial, la Conferencia Episcopal mostró su «agradecimiento» por el hecho de que el Gobierno «reconozca públicamente la acción de la Iglesia en este campo», aunque declinó responder al ofrecimiento de colaboración de modo oficial puesto que la labor con los inmigrantes «se realiza en cada diócesis y en cada congregación».

En este sentido, la Oficina de Prensa del Episcopado aclaró que «no existe ninguna comisión oficial que haya abordado la colaboración con el Gobierno», aunque sí es cierto que durante los debates previos a la aprobación de la Ley de Dependencia, los obispos ofrecieron «colaboración» al Ejecutivo para la cuestión de los menores inmigrantes , campo en el que las instituciones de la Iglesia son pioneras.

En todo caso, fuentes episcopales aclararon que dicha colaboración «se mantiene abierta desde siempre», y en ella «no hay que tomar en consideración ningún rasgo de tinte político ni de otro punto», sino la intención «de servir, lo mejor que se pueda», a los inmigrantes y a sus familias.

Mafias y explotación

Con motivo de esta jornada, diversos obispos han publicado cartas pastorales reivindicando el papel de los inmigrantes en nuestra sociedad.

Así, el obispo de Málaga, Antonio Dorado Soto, recordó que «hablar de inmigración implica recordar las frecuentes muertes de seres humanos en las aguas del Estrecho; poner sobre la mesa las mafias que negocian con personas; recordar a un número creciente de mujeres esclavizadas por la prostitución», incidiendo en que, detrás de las cifras, «hay hijos de Dios explotados, pisoteados, humillados y abandonados a su suerte».

Por su parte, el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco, instó a los inmigrantes a «ocupar su lugar en la sociedad y abrirse a los valores de nuestro pueblo», al tiempo que llamó a los cristianos a «responder a la necesidad de la acogida y acompañamiento de la familia inmigrante que, reagrupada, recomienza entre nosotros en situaciones culturales diferentes y materiales precarias».

Finalmente, el obispo de Tarrasa, José Ángel Saiz Meneses, pidió tratar «con espíritu fraterno a las personas que vienen a vivir entre nosotros», añadiendo que, aunque «la ley es necesaria ante el fenómeno de las migraciones, hemos de trabajar para que la ley esté al servicio de las personas».

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