Lo que más odia es el racismo (Mikel Ayuso)
Deia, 12-01-2007ME DICE UNA AMIGA, con rabia en el rostro y sinceridad en cada sílaba, que ella lo que más odia es el racismo. Habitualmente amable y tranquila, sus facciones en esta ocasión se han desencajado y tomado una dureza que yo no conocía. Me dice también que no puede soportar afirmaciones maledicentes y sin ningún fundamento como la consabida ‘‘es que los inmigrantes nos quitan todos los pisos de VPO’’, frase que, concluye, se está convirtiendo ya en políticamente correcta. El otro día escuché a alguien decir en la radio que el Estado español no era racista porque no había inmigración. Y ello me trajo a la mente una de aquellas ácidas sentencias de Perich que decía algo así como «los españoles no somos racistas, la prueba de ello es que tratamos a los negros como gitanos». En el piso bajo de mi casa vive una familia ecuatoriana. Es, con mucho, la peor vivienda del edificio: sólo tiene ventanas al reducido patio interior, es más pequeña, apenas si tiene ventilación y rebosa humedad en cada esquina. Él trabaja en la construcción, ella es empleada de hogar. Viven seis en el piso. No tienen coche ni calefacción, pero están al tanto de los pagos de la comunidad. No tienen déuvedé ni televisión por satélite, pero a los niños no les falta ropa ni unos cuantos juguetes. Cada vez que nos cruzamos en el portal me saludan con una tonadilla peculiar y alegre. La verdad es que no les veo nada que les haga diferentes más allá del acento o del tono de la piel. Salvo, quizá, no sé cómo expresarlo, una mayor naturalidad, un apego a la vida y a los momentos en compañía, tal vez la sencillez o la autenticidad. Pero nada más. Me resisto a creer que los vascos tengamos comportamientos racistas. ¿O sí?
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