Fracaso anunciado

Las Provincias, 12-01-2007

Ni el ingenuo y desesperante optimismo del que siempre hace gala el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, es capaz de ocultar que la III Conferencia de Presidentes autonómicos que ayer se celebró en el Senado terminó como las dos anteriores, en un sonoro fracaso, sin acuerdos que permitan avanzar en los temas objeto de debate y con la clara escenificación de que la división existente entre el PSOE y el PP también es perceptible entre los ejecutivos regionales de unos y otros.


El orden del día de la Conferencia tenía tres puntos: agua, inmigración e I+D+i, si bien este último no pasaba de ser un complemento para poder encontrar algún posible consenso. Los populares intentaron que el debate sobre política antiterrorista también tuviera cabida, pero el rechazo del Gobierno, que alegó que no estaba incluido en la agenda, lo impidió.


El conflicto por el reparto del agua puso de manifiesto la incapacidad del Ejecutivo socialista para enfrentarse a las comunidades de Cataluña y Aragón, que gobierna el mismo partido, y que se oponen a cualquier trasvase del Ebro a la Comunitat Valenciana.


El desafío de algunas comunidades a la propuesta de documento sobre el agua que inicialmente manejaba el Gobierno llevó al Ejecutivo a suprimir la referencia a la “solidaridad entre cuencas”, dando satisfacción de este modo a aquellos que piensan que los ríos son un bien exclusivo de sus regiones, y no un patrimonio común de todos los españoles.


Esta supresión estuvo acompañada de un anuncio de que las comunidades serán corresponsables junto al Gobierno en la gestión de las cuencas, novedad que puede dificultar, aún más, cualquier proyecto de transferencia hídrica.


Pero el agua no fue el único punto de desacuerdo. Después de nueve horas de sesiones tampoco se lograron avances en inmigración, un punto en el que el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, pidió, sin éxito, una aportación económica extraordinaria de 10.000 millones de euros a repartir entre las comunidades para gestionar todos los asuntos relacionados con los inmigrantes.


El propio transcurso de la Conferencia, caótica e improvisada, acrecienta la sensación de fracaso y de que, como suele ser habitual, se trata más bien de una operación de cara a la galería. Lo que parece importar al Gobierno, una vez más, es la imagen de los presidentes reunidos, pero esto en sí mismo no es bueno ni es malo. Lo realmente necesario es que, si se quiere mantener el modelo de reunión de los máximos dirigentes de las comunidades, se haga sobre propuestas concretas y con un guión preparado. Lo demás es una forma como otra cualquiera de perder el tiempo.

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