UNO DE LOS RASGOS que caracterizan a la Galicia actual desde el punto de vista demográfico es el estancamiento de su población. Las últimas cifras oficiales, de 1 de enero del 2006, dan 2.767.524 habitantes, lo que significa que a lo largo del año 2005 sólo creció un 0,2%, situando a nuestra comunidad autónoma en el penúltimo lugar de todas las españolas, al superar sólo a Asturias. Este débil crecimiento demográfico (5.326 personas) ha estado muy ligado a la llegada de inmigrantes , ya que el crecimiento natural (diferencia entre los nacimientos y las defunciones) registrado en el 2005 tuvo un signo negativo de 8.291 personas, algo que viene ocurriendo desde 1986, al ser mayor el número de fallecidos que el de nacidos. Los emigrantes retornados y, sobre todo, los extranjeros que se asientan en Galicia (poco más de 70.000 en la actualidad) están evitando una regresión en la cifra de habitantes, a pesar de que el volumen de estos últimos es débil si lo comparamos con el existente en otras regiones españolas. Es en las provincias de A Coruña y Pontevedra donde la población foránea está incidiendo más en su crecimiento demográfico positivo, que contrasta con el descenso del número de habitantes de Lugo y Ourense, pues los extranjeros se concentran mayoritariamente en las siete principales ciudades o en sus entornos.


La creciente presencia de personas procedentes de otros países contribuye a modificar, aunque hasta ahora de un modo muy débil, algunas de las características de la población residente en Galicia. Por ejemplo, el predominio de adultos jóvenes entre los extranjeros que llegan (entre 1996 y el 2005 el 68% del total tenía entre 16 y 44 años) ralentiza algo el fuerte proceso de envejecimiento demográfico en que se encuentra sumida la población gallega, lo mismo que los hijos que estos inmigrantes tienen en nuestro país están frenando algo la tendencia descendente de los índices de natalidad y de fecundidad: en el año 2005 los nacimientos registrados en Galicia de madre extranjera representaron un 5,8% del total, un porcentaje que está teniendo una evolución claramente ascendente (3,1% en el 2001, 4,8% en el 2003).


A tenor de las tendencias registradas en las últimas décadas, hay que esperar para los próximos años un crecimiento del número de inmigrantes exteriores con un aumento de la proporción de los de nacionalidad extranjera. Estas personas continuarán asentándose preferentemente en las áreas más urbanizadas y dinámicas, que son las que están situadas en el eje atlántico, contribuyendo a acentuar los desequilibrios territoriales en la distribución espacial de la población gallega.