"El Universal". MÉXICO: "Migración y simbolismo"

Antonio Rosas-Landa Méndez (Jefe de la Página Editorial del Diario HOY)

Prensa Latinoamericana, 11-01-2007

Con el movimiento por la reforma migratoria en Estados Unidos surgieron muchos liderazgos. Uno de los más notables ha sido el de la mexicana Elvira Arellano. Cuando ella entró a Estados Unidos indocumentada en 1997 fue capturada y deportada de inmediato. Sin embargo, lo intentó de nuevo y se internó en territorio estadounidense. En 1999 se convirtió en madre del pequeño Saúl, quien es ciudadano estadounidense. En 2002, mientras trabajaba limpiando aviones, fue detenida en una redada y se le acusó de usar un número de seguridad social falso. Entonces comenzó su segundo proceso de deportación.

Arellano recibió el cobijo de la organización Sin Fronteras, donde la convirtieron en líder instantánea. Elvira fue colocada al frente de la organización Familia Latina Unida. Desde ahí se conocería su fascinante historia: una madre de un pequeño estadounidense que se rehúsa a ser deportada.

A pesar de su activismo y de que algunos legisladores federales retrasaron varias veces su salida del país, recibió una orden para presentarse en Inmigración el pasado 15 de agosto para ser deportada. Arellano se rehusó refugiándose en la iglesia metodista Adalberto.

Para legitimar su desobediencia se le comparó con Rosa Parks, un personaje legendario de los derechos civiles que se negó en 1955 a obedecer una ley que segregaba a los pasajeros negros que viajaban en autobús en Montgomery, Alabama. La comparación molestó a importantes miembros de la comunidad afroamericana. La columnista del diario Chicago Sun-Times Mary Mitchell escribió un texto titulado “Arellano no es Rosa Parks”. El tiro de comparar a Arellano con Parks salió por la culata.

Luego de refugiarse en la iglesia, varias televisoras de Chicago realizaron encuestas en las que preguntaron a su audiencia qué opinaban de Elvira. Entre 80% y 90% rechazó su desafío a las leyes y se inclinaban por que regresara a su país. Hace dos semanas, 90% de encuestados por el Sun-Times dijeron que Elvira debía terminar su resistencia. La opinión pública reaccionó así porque Arellano se negó a acatar un valor importante para esta sociedad: el de la legalidad.

El editorial del Chicago Tribune, titulado “Estirando la Constitución”, reconoce que si bien el caso es emblemático del disfuncional sistema migratorio, los argumentos de sus abogados no tienen fundamento jurídico para decir que si Arellano era devuelta a México eso constituiría una deportación de facto de su hijo Saúl.

Elvira fue seleccionada por la revista Time en el grupo de “gente que hizo la diferencia para bien o para mal en 2006”. Según el semanario, “Arellano dio al movimiento por la reforma migratoria un rostro humano”. Es cierto, Elvira elevó su fama y con ella la complacencia de los medios hispanos. Sin embargo, la mayoría de habla inglesa no la favorece.

¿Por qué es importante la opinión de los estadounidenses? Porque sólo con la presión de los ciudadanos que votan es que la reforma migratoria puede ser aprobada en el Congreso.

Por su parte, Saúl, de ocho años, ha viajado a Los Ángeles, Miami, Washington y la ciudad de México abogando por detener la deportación de su madre. Con la reclusión de Elvira es el niño quien hace el trabajo político por la causa.

Ahora, incluso si la reforma migratoria fuera aprobada, sería necesario que ésta comprendiera reabrir los casos con órdenes de deportación pendientes para que un juez de Inmigración valorara perdonar a Elvira.

Según la ley, si Arellano es deportada por segunda ocasión no podría regresar a Estados Unidos hasta dentro de 20 años. A eso se suma la discrecionalidad de Inmigración para presentarle cargos por usar un documento federal falso (Seguro Social), por haber sido deportada y reingresar sin autorización y porque han pasado más de 90 días en que, por su rebeldía, es considerada prófuga.

Creo que Elvira es una buena mujer que recurrió a medidas extremas bajo el consejo de gente sin escrúpulos a quienes quizá conviene más como “mártir del movimiento”. Respeto a Arellano y deseo que el milagro que busca se haga realidad. Pero si aparto las emociones diré que su lucha ha servido primordialmente a los intereses de quienes la han mal aconsejado y que, con el paso de los días, se va convirtiendo en un lastre para el movimiento por la reforma migratoria.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)