«Allí, las oportunidades de futuro eran muy escasas; tenía que arriesgar»
La Razón, 07-01-2007Madrid – Aterrizar en el aeropuerto de Barajas sin conocer a nadie en
Madrid y con sólo diez dólares en el bolsillo no es precisamente la manera
más prometedora de empezar una nueva vida, pero Raúl Jiménez es de los que
piensa que «si no te arriesgas, no consigues lo que quieres». Era el 23 de
septiembre de 1999, una fecha que Raúl, periodista de 40 años, no olvidará
nunca «porque son momentos que te marcan». Su mujer había llegado a la
capital seis meses antes, y él siguió su estela dejando atrás a sus tres
hijos – «se quedaron con mis suegros» – y un trabajo como relaciones
públicas en la Marina de Ecuador que, al cambio, le reportaba unos 300
euros al mes. Un buen sueldo para la media del país que, sin embargo, se
le quedaba muy corto. «Con la crisis no podía mantener a mi familia, y las
oportunidades de futuro eran muy escasas», recuerda.
Tocaba
arriesgar, y la primera opción era Australia, «pero el billete costaba
demasiado y pedían un visado». Al final, cambió los canguros por España,
donde sólo le hacía falta el pasaporte y una bolsa de viaje de 2.000
dólares «que tuve que devolver a los que me la prestaron en cuanto
aterricé». Los comienzos fueron difíciles: repartió publicidad, descargó
camiones en Mercamadrid, fue conductor particular de una familia… Su
suerte cambió cuando entró a trabajar en una librería con un contrato. Por
fin, dos años y medio después, tenía papeles y pudo traer a España a sus
hijos. Antes de eso ya había empezado a colaborar con la asociación
Rumiñahui ejerciendo su verdadera vocación, que ya se ha convertido
también en su medio de vida. Raúl no tiene quejas de España. Si acaso, «me
duele cuando veo tratar mal a la gente de mi país, porque sí hay algo de
racismo». El año pasado regresó por primera vez a Ecuador, «y me
entristeció ver que no sale adelante por los políticos». ¿Volverá? «Aquí
estoy a gusto. Ya veremos…»
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