FUTBOL / El 'Camp Nou' de los milagros

El sueño hecho realidad

El Mundo, 06-01-2007

DACOURT, PILAR DEL INTER QUE MANDA EN ITALIA, Y ALOU DIARRA, FIJO EN EL GRAN LYON Y YA EN LA SELECCION, PROCEDEN DEL AULNAY La cantera de Aulnay – sous – Bois ha dado suficientes jugadores en los últimos años como para conformar un equipo profesional con once titulares y cuatro suplentes. Tiene mérito, puesto que el club maneja un presupuesto anual de 60.000 euros para organizar 600 fichas e inscribir equipos de fútbol en todas las categorías: desde los veteranos entrados en kilos hasta los niños de seis años, cuyo sueño consiste en marcharse de Aulnay como lo hicieron las grandes estrellas.


Olivier Dacourt.


Vecino del velódromo y nacido hace 32 años, se ha convertido en la primera gran referencia de la cantera del CSL. Tiene costumbre de visitar su barrio y su familia cuando viene de vacaciones, aunque su condición de trotamundos no le concede demasiado tiempo. Ahora juega en el Inter de Milán y tiene muchas posibilidades de ganar el scudetto. Sería el remate de un currículo jalonado por sus experiencias felices en el Estrasburgo, Everton, Lens, Leeds United y, sobre todo, la Roma, donde permaneció tres años (2003 – 2006) como cerebro y organizador de la furia giallorossa junto a Emerson. Dacourt, además, ha sido internacional francés en 21 ocasiones, incluida su titularidad en los Juegos Olímpicos de 1996 y su militancia en el equipo de los bleus que disputó la Eurocopa de 2004. Desde entonces, no ha vuelto a la selección, aunque es uno de los jugadores franceses más cotizados del calcio. «No hubiera llegado tan lejos sin mi aprendizaje en Aulnay – sous – Bois», explica con nostalgia.


Alou Diarra.


Sin menoscabo de los galones de Dacourt, se ha convertido en el mito favorito de los chavales de Aulnay. Nació, como ellos, en el barrio deprimido de la Rosa de los Vientos, proviene del Africa subsahariana y está llamado a heredar la plaza de Vieira en el centro del campo de la selección francesa. Tiene a su favor un físico impresionante (1,90 m) y una capacidad de adaptación que explica su condición de futbolista itinerante, tanto en el fútbol internacional (Bayern Múnich) como en varios equipos de la liga francesa (Le Havre, Bastia y Lens). Actualmente juega en el Olympique de Lyón, ocupando la plaza que había dejado vacante el centrocampista homónimo del Real Madrid, y se ha convertido, igualmente, en una pieza clave de la selección de Raymond Domenech. Alou Diarra tiene 25 años y ha adquirido la costumbre de colaborar con la cantera de Aulnay – sous – Bois. Quizá, porque su apellido es uno de los más frecuentes del listín telefónico.


Boukary Dramé.


Nacido hace 21 años y originario de Senegal, se ha instalado sólo a 15 kilómetros de Aulnay porque milita en el Paris Saint Germain y porque tres de sus hermanos también juegan en la milagrosa cantera del CSL. Debutó en la liga profesional francesa en septiembre de 2005, aunque fue en abril de 2006 cuando se hizo con la titularidad y cuando afirmó sus cualidades de aguerrido defensor. Fue seleccionado por el equipo nacional de Senegal con 20 años. Desde entonces, aparece en todas las convocatorias sin perder de vista las raíces ni las penurias. «Cuando sales del gueto tienes que tener la cabeza en tu sitio. No puedes dejarte tentar por el dinero fácil ni por la fama. Tienes que recordar quién eres y de dónde vienes», explica Dramé, con la madurez que se resisten a adquirir las figuras planetarias del fútbol.


Nicolas Douchez.


La escuela de fútbol de la periferia parisina también deja espacio a los jugadores de raza blanca. Sirva como ejemplo el caso de Nicolas Douchez (26 años), formado entre las siglas del CSL y erigido en el portero titular del Toulouse después de haber militado en la Segunda División francesa (Chateauroux). Sus méritos bajo los palos han espantado el fichaje de Barthez – el divino calvo quiso reciclarse en el Toulouse al inicio de la temporada – y le han granjeado un contrato millonario hasta el año 2010, aunque la suerte deportiva no ha distraído el compromiso social de Douchez: «Crecí jugando al fútbol entre magrebíes y negros. Había chavales de todos los países imaginables, pero nunca hubo problemas. El fútbol era una manera de eliminar las diferencias y las distancias. No había discriminaciones ni desigualdades».

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