«Llevamos años esperando este momento; ahora tenemos un futuro»
La Verdad, 03-01-2007J. P. P./MURCIA
Roxana Drule pasea feliz por las calles de Murcia. «Antes me ponía nerviosa cuando veía a un Policía, pensaba que si me pedía la documentación me mandarían de vuelta a mi país», confiesa esta rumana. Ya es 3 de enero y ella sigue sin papeles, pero el futuro lo ve con mucho más optimismo. Sabe que su hija, de 16 años, podrá trabajar sin problemas en España cuando acabe el instituto, y que, si no es ahora, más pronto que tarde también ella solucionará su situación legal.
«Sé que puedo sacarme la tarjeta de residencia; lo del permiso de trabajo será más difícil, porque soy empleada del hogar y hago muy pocas horas al día; no creo que pueda conseguir un contrato», explica. Pero, pese a los obstáculos que todavía se adivinan en el horizonte, está contenta.
Su amiga Elena Podar es paciente. «Llevamos años esperando este momento; tengo puestas muchas esperanzas en el futuro, en que mi país cambie y destierre la corrupción». A sus 58 años, es interna en una casa y cuida de un anciano de 92. No pudo acogerse al proceso de regularización abierto por el Gobierno en 2005, pero ahora confía en que la familia que la emplea le haga un contrato. «Ellos quieren que todo sea legal y estoy segura de que me ayudarán a que tenga los papeles», cuenta. Así quizá tenga más suerte y encuentre un piso de alquiler en condiciones al que traer a su marido enfermo, que vive en Rumania.
Elena y Roxana pasan la tarde junto a otras dos amigas también rumanas: Steluta Sandu, que lleva dos años en España, y Luminita Pigüi, presidenta de la Asociación de Ayuda a Inmigrantes del Este (Asestemur). Todas tienen muchas expectativas, pero muy poca información. «Todavía no sabemos nada; conocemos que se ha aprobado una moratoria que retrasará dos años la libre circulación de trabajadores rumanos en España, pero aún no nos han dicho si los irregulares que viven ya aquí podrán tener papeles, ni cuando ocurrirá eso». La representante de Asestemur considera «razonables» las restricciones impuestas por el Gobierno. «Es posible que ahora, al principio, vengan más rumanos y búlgaros a trabajar en España, pero cuando nuestros países empiecen a crecer, gracias a la ampliación, dejarán de emigrar», sostiene Pigüi. De hecho, muchos aspiran a volver a su país. «Claro que quiero regresar; me gusta mi tierra», reconoce Elena Podar.
Entusiasmo y escepticismo
Las cuatro amigas conocen lo que pasa en su país gracias a la familia y los amigos. Por eso, saben que la mayor parte de los rumanos están entusiasmados con la entrada en el club europeo. «Sobre todo la gente joven, como mis hijos – aclara Steluta – ; ellos están ahora estudiando Ingeniería y estoy segura de que, para cuando acaben, el país habrá avanzado. Tienen toda la vida por delante».
Los más mayores, sin embargo, han recibido la noticia con más escepticismo. «Mi padre tiene 62 años y vive en el campo. No cree que vaya a cambiar nada», cuenta Roxana. Sin embargo, la mayoría sueña con dejar de ser considerados ciudadanos de segunda en la Europa rica, y con enterrar la imagen de inseguridad y corrupción que arrastran sus países tras la caída del muro de Berlín. «Todo depende de la voluntad de los políticos», sentencian.
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